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La buena noticia es que este domingo ha finalizado el estado de alarma sanitaria, que abrió una etapa desconocida en los usos y costumbres habituales en nuestro mundo.
Finalizar la vigencia del estado de alarma sanitaria supone entrar en una nueva etapa que permitirá recuperar ... libertades básicas que, sin prácticamente rechistar, perdimos de golpe en pro de la salud individual y pública. Supone ir retomando usos socioprofesionales para, paulatinamente, ir desprendiéndonos a futuro de declaraciones responsables de movilidad, mascarillas, geles, largas colas para acceder a comercios y servicios, etc. La progresiva vacunación ciudadana es un aliado importante, acompañada de alguna decisión política excepcional a la altura de situaciones excepcionales, como la recientemente anunciada por Biden de solicitar la liberación temporal de las patentes de las vacunas que, sin asegurar nuestra inmunidad, ayudan a mejorar la salud pública frente al COVID-19; medida que ayuda a extender la solidaridad mundial de países ricos frente a los pobres ante la pandemia. Innovación, protección intelectual y ganancias frente a un bien público mundial que debería ser compartido.
La etapa que se abre es otro reto, reclama más que nunca nuestra responsabilidad y prudencia. El maldito virus sigue ahí acechando, no va a desaparecer rápidamente; la irrupción de nuevas variantes, el carácter mundial de la pandemia, la no conclusión de la vacunación a toda la población y la irresponsabilidad particular son grandes amenazas. No se ha abierto una autopista de libre circulación, sino un sendero para transitar con prudencia hasta la progresiva inmunización frente este enemigo de la salud pública; la victoria está aún en lontananza.
Recuperar aquí libertades perdidas choca con alarmantes evidencias de su pérdida en países que, además, luchan contra la pandemia. Por ejemplo, alarma la escalada de la violencia en Colombia en manos de ávidos dirigentes que pretenden acallar el clamor ciudadano en pro de valores democráticos y bienes comunes. Desoyendo la protesta de organismos internacionales, no dudan en asesinar impunemente, secuestrar y amenazar de muerte incluso a niños que osan levantar, responsablemente, la voz en pro de la libertad y la razón. El uso excesivo de la fuerza, la polarización y la fascinación por la violencia, son peligros importantes a evitar en todas las sociedades, con o sin estado de alarma sanitaria.
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