El lenguaje como bien común

La fortaleza del vínculo que identifica al valle del Cárdenas con el origen de la lengua española fue determinante para inspirar el proyecto Futuro en Español, lanzado por iniciativa de Diario LA RIOJA hace doce años, como lo ha sido también para levantar uno de los pilares sobre los que el Gobierno de Concha Andreu quiere sostener sus apuestas para el desarrollo de la región. El plan estratégico para la recuperación y la transformación económica denominado 'Valle de la Lengua' aspira a erigir ahora en esta tierra un «cenobio del siglo XXI» con recursos suficientes para adaptar el inmenso caudal lingüístico del español al lenguaje de las máquinas que soportan las nuevas tecnologías de la información.

La Rioja ha jugado sus bazas para que ese «cenobio digital» y los recursos necesarios para ordenar sus trabajos tengan como referencia el significado simbólico de San Millán. Es posible que el deseo de situar el nacimiento de una lengua en un lugar y un momento concreto pueda pasar por un acto de apropiación jactanciosa, porque los idiomas no se alumbran de la noche a la mañana ni aparecen por ensalmo. Pero fue en el monasterio emilianense donde el castellano se expresó por vez primera con una estructura sintáctica y semántica reconocible, mucho más allá que la vaga muestra de un vocablo suelto, huérfano, carente de contexto.

En torno a esa misma idea se ha anunciado, no sin polémica aventada por otros aspirantes a conseguir la sede, la ubicación en La Rioja del Observatorio Global del Español, en el que están involucrados el Instituto Cervantes y tres ministerios del Gobierno de España: Educación, Asuntos Económicos y Asuntos Exteriores.

Los idiomas son, en esencia, el resultado de una conquista, larga y lenta, de los usos y costumbres expresivos de quienes los hablan. Y así van creciendo o menguando, en función del número de personas que se sirven de los códigos que les proporciona una herramienta, la del lenguaje articulado, que ha resultado imprescindible para establecer la superioridad del género humano sobre el resto de los seres vivos que habitan nuestro planeta.

Futuro en Español nació a partir del convencimiento de que la lengua que compartimos es un bien común, un patrimonio colectivo, un tesoro que merece la pena cuidar porque, tal y como sostienen Juan Luis Arsuaga e Ignacio Martínez en 'La especie elegida', aprovecha al conjunto de los individuos que lo comparten.

Reflexionar sobre los recursos que ofrece a sus hablantes un idioma vigoroso y en permanente evolución constituye una actividad a la vez estimulante y necesaria para advertir la fortaleza de la comunidad que se articula en torno a la lengua española, entre cuyos hablantes en todo el mundo no alcanzan a representar el 8% los que residen en el país en el que nació. El idioma que amalgama a ese inmenso caudal de personas que se entienden en español se ha enriquecido a lo largo de los siglos con aportaciones llegadas desde lugares remotos y permanece abierto a un constante y próspero intercambio al que, en nuestro siglo, contribuyen de manera decisiva las nuevas tecnologías, facilitadoras de la nueva economía de la lengua en la que La Rioja reclama un protagonismo acorde a su condición de pionera.