¿HE LEÍDO MÁS SEGUROS?

Ni un bocinazo ni frenazo ni conductores haciendo movimientos con el brazo desde los coches. Simple. Paciencia. Que en la carretera cabemos todos. Una cuestión de respeto. Que nos está costando bastante aceptar que en la carretera viajan más personas y que si un coche no es una burbuja impenetrable pueden imaginar un cuerpecillo humano andando en bici y jadeando. Respeto.

Mientras tanto, a quien corresponda: las bandas rugosas que alguna lumbrera ha mellado en el asfalto de los arcenes son una soberana estupidez que no lo arregla ni una foto con el Papa; que los arcenes, dicho sea de paso, precisan una pasada (o dos) de un cepillo mecánico porque están asquerosos de gravilla; que la maleza enseguida invadirá en primavera el mísero espacio para pasar con la bicicleta y por eso los ciclistas invadimos un terreno que no queremos ni pisar porque viajamos encima de un centímetro de caucho del mismo grosor que un pantalón vaquero; que el estado del asfalto en general es lamentable y obliga al culebreo; que hay muchos conductores que aprovechan carriles de servicio para ir más rápido que por la carretera general, eludir radares y así adelantar a un vehículo entre rotonda y rotonda. Las multas están ahí, señores agentes. Que no se pongan a adelantar cuando vean a un ciclista de frente, que el metro y medio de espacio entre coche y ciclista es un tesoro; que salimos muchos más los domingos por la mañana y que también queremos volver para el vermú. Respeto.