Largo viaje de Logroño a Cervera
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«Toda carrera política conduce inevitablemente al fracaso» (Enoch, político conservador británico)Hace cuatro años, Pedro Sanz tuvo que emprender un largo viaje hacia los confines de La Rioja que no entraba en sus planes. Como los resultados electorales del 2015 se quedaron lejos de satisfacer sus pretensiones, necesitó exprimir su capacidad de convicción (llamémosla así) para ... que municipios de tan magro tamaño como Cervera (bien que cabecera del valle del Alhama) mantuvieran la fidelidad que profesaban al PP. Su propio hermano era el alcalde, cargo que se arriesgaba a perder por la confluencia de un PSOE en ascenso y unos concejales independientes que dudaban a qué partido conceder su apoyo. Ese principio de incertidumbre de los ediles del Puntal era el principio del fin para el PP: el fin de su hegemonía. Lo cual quedó probado cuando Sanz fracasó. Regresó a Logroño con la Alcaldía perdida. Un efecto dominó, al que siguieron Haro, Santo Domingo, Arnedo y Nájera. Cuatro años después, la declinante trayectoria del PP en La Rioja municipal continúa sin detenerse.
Cuatro años después, otros mandatarios del PP protagonizaron la semana pasada un viaje semejante. José Ignacio Ceniceros se hizo acompañar de María Martín, Carlos Cuevas y Alberto Bretón para negociar el apoyo de los concejales independientes de Rincón de Olivedo a su candidato a alcalde de Cervera, curiosamente llegado desde las filas del PSOE, partido que fue allí el más votado el 26 de mayo. Poco después, esa misma delegación, con el concurso de Conrado Escobar, trató también sin éxito de convencer al Partido Riojano de que sumara sus ediles a los obtenidos por el PP de manera que se apartara al PSOE del gobierno de los municipios donde la suma de ambos diera al PP la Alcaldía, con Logroño como icono principal. Pero, como el PP de Sanz en el 2015, este otro PP fracasó.
Le ayudó poco que el mismo día en que se reunieron ambas delegaciones (la noche del 6 de junio) se divulgara la concesión a Julio Revuelta, prohombre del PR+, de una plaza en su condición de funcionario de la Administración. Un acto de pura normalidad burocrática, endemoniado por la coyuntura política: ese proceso de asignación de destino a su antiguo compañero de siglas se inició cuando Conrado Escobar aún era consejero del ramo y culminó en plena negociación para retener Logroño en manos del PP. El mismo Escobar cuyo futuro político estaba en juego en esa mesa donde la negociación encalló, porque el PR+ prefirió la salida natural: apoyar a la lista más votada en las localidades que, como la capital, dieron el triunfo a los socialistas, a cambio de participar en las tareas de gobierno. Como Sanz, también sus herederos al frente del PP volvieron a casa derrotados. Una doble derrota: la del 26M y la encajada en la fallida política de pactos. La derrota final.
Todos esos viajes fueron en vano. Se los podían haber ahorrado porque en realidad el PP pretendía un milagro: que el Partido Riojano ignorase décadas de menosprecios y humillaciones a cargo del viejo PP de Sanz, edificando una fosa entre ambos partidos que el equipo de Ceniceros ha desistido de reparar. Todo lo contrario. En su frenesí por presentar candidaturas locales en toda la región (otro fracaso), el PP cometió la torpeza de coquetear con alcaldes del PR+ para que desertaran de su antiguo partido, con grave disgusto regionalista. A cambio de tocarle las narices al potencial socio, el PP se llevó un triste puñado de votos, alcaldías de escasa entidad. «Brillante estrategia», ironizaban los críticos con su dirección.
No era el único obstáculo que hacía imposible un final feliz para el PP en esas negociaciones. El PSOE fue también la fuerza más votada en las generales y en las regionales; de manera espontánea, prosperaba en La Rioja interior una tendencia entre los concejales del PR+ a dejarse seducir por las únicas siglas que serán trascendentes en el Palacete y en Moncloa. La táctica negociadora fijada entre socialistas y regionalistas, basadas en observar el mapa de La Rioja en su conjunto en lugar de fijar acuerdos municipio por municipio, acabó de dañar las ambiciones del PP. También las de Ciudadanos. Como fuerza subsidiaria del principal partido de la derecha, la formación naranja pasa (con los mismos diputados que hace cuatro años y los mismos concejales en Logroño) de (casi) decisiva a (casi) irrelevante. Otro argumento para cargar de razones al PR+, que compite con Ciudadanos por el mismo caladero de votos: ir de la mano de su principal adversario no parecía lo más astuto.
Así que el PP tuvo que rendirse, luego de los peores resultados de su historia. Cede el Parlamento y los principales municipios. Y en su corazón habita desde ayer el principio proclamado por Winston Churchill, según el cual cuando hablan las urnas, sólo hay un ganador: el que gobierna. Los demás son perdedores.
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