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A mí el mordisco decisivo me lo dio el calor al agarrar el volante, una dentellada de fuego que me hizo retirar las manos en ese acto reflejo igual que cuando tocas sin querer la plancha encendida. Fue un resorte de los brazos rapidísimo y ... fugaz como el salto de un gato cuando ve una serpiente bajo sus patas. Hace años al enredar en un enchufe sufrí un calambrazo ridículo que me tiró para atrás, y este chispazo de calor en el volante me recordó aquel accidente eléctrico.

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larioja Lanzallamas