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El tiempo, que todo lo fatiga, que todo lo muele, a veces se viste de emperador y coloca su dedo pulgar hacia arriba, hacia la vida, indultándote cosas: unas por su eterna herida abierta, otras por su buena estrella o su hechura mágica, y alguna ... por tener en su envés, o en tus ojos, un trampantojo que tapan su lenta agonía. Y ya no se tambalean nunca. Son las cosas que te verán morir.

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larioja Lana de las cien tiendas