![Lágrimas en la lluvia](https://s2.ppllstatics.com/larioja/www/multimedia/201907/26/media/cortadas/hauer-U70815402189JMH--624x385@La%20Rioja-LaRioja.jpg)
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Por muy molestos y decepcionados que estemos de la política tras el desenlace negativo de la negociación para alcanzar un gobierno progresista en España, no perdamos la alegría ni la perspectiva de la historia. Pensemos, en homenaje al recién fallecido Rutger Hauer, que inexorablemente: «Todos ... esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia». «Es hora de morir», añadió nuestro replicante favorito, Roy Batty, en la inolvidable película Blade Runner. Glosando lo efímero consiguió la inmortalidad cinematográfica. Aunque desde la calle no hemos visto nada épico en este fracaso político que nos sumerge en la inestabilidad y desafía nuestra paciencia como electores, no hemos de perder la esperanza.
Conocer la verdad de lo ocurrido será difícil, porque cada cual proclama la suya. Aquí abajo, en el territorio de lo concreto, lo único cierto es que estamos cansados de tantos excesos gestuales y tan escasos comportamientos responsables, aunque también los haya. La derecha echada al monte y la izquierda al desacuerdo. Los perdedores alivian el batacazo electoral contemplando cómo el ganador suda tinta para alcanzar el gobierno. Los ganadores comprueban que hay triunfos que obligan a tragar agua de sal y vinagre. Los que vinieron a regenerar la política están totalmente integrados en la dinámica de la que tanto prometieron distanciarse, se sienten satisfechos nadando en sus miserias particulares que, en esta materia, cada cual tiene las suyas. Nada nuevo bajo el sol y mucha frustración a la sombra del Congreso. Hoy, un gobierno que parecía posible se transforma en un gobierno improbable.
Observando los rostros durante el debate, uno adivina que en vez de acuerdo se ha levantado un muro de desconfianza. Derribarlo es muy complicado. No puedo evitar observar similitudes con lo ocurrido en La Rioja. Se dice de Pedro Sánchez que se ha dormido en los laureles y sin ganas se ha puesto a negociar sin negociar. Se dice de Iglesias que, más allá del gesto de dar un paso atrás, que habrá de exhibir como su principal valor negociador, se ha lanzado a exigir ministerios y un control de recursos que le permitiera construir su gobierno dentro del gobierno. Las redes se han llenado de alusiones a que el PSOE ni es de izquierdas ni es de fiar, algo que no soporta el conocimiento de su historia. Junto a este argumento descalificador se construye la teoría de que solo Podemos puede teñir de izquierdas el gobierno. Hay tantos voluntarios repartiendo carnés de patriotas como otorgando certificados de izquierdistas.
Ahora también va a surgir un nuevo tipo humano: el repartidor de culpas. Porque en España lo importante no es solucionar problemas sino saber, sobre todas las cosas, quién tiene la culpa del asunto que sea. Como los aguadores recorrían los pueblos, ahora los repartidores de culpas se pasearan por las tertulias y también por los bares y por los chiringuitos de las playas, que para eso estamos al calor del verano. Lo malo es que los unos por los otros, España sin barrer y sus problemas achicharrados por la incertidumbre.
Construir un gobierno de coalición ni es un juego ni es fácil. Tampoco una escaramuza parlamentaria puede remediar lo que no ha solventado una mesa de negociación. Gobernar es muy difícil y trivializar los problemas es un error de bulto. Nuestro futuro no es cosa de bromas. La izquierda dividida y peleada no es útil para la sociedad. Hay mucha gente defraudada. Restañar las heridas lleva, como el duelo, su tiempo. Va a ser difícil construir un clima de confianza. Hay que evitar convertir al adversario en enemigo, porque dar ese paso será autodestructivo para la izquierda. Cada cual contará la historia a su manera, pero no olvidemos lo que Abel Martín enseñó a Juan de Mairena: «se miente más que se engaña; y se gasta más saliva de la necesaria...». Sabiendo que mentir es más fácil que engañar, los ciudadanos sacarán sus conclusiones. Esperemos que los políticos sepan sacar las suyas.
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