Ladridos
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EL BISTURÍ ·
Y no piensen que llamar perro a un tipo es insultarloHoy dedico la columna a un perro. No a un «cánido doméstico de pelaje diverso que tiene el olfato muy fino y es inteligente y muy leal a su dueño» (DRAE), sino que utilizo el término en sentido figurado. Y es que el individuo al ... que voy a referirme acostumbra a emitir ladridos que, según el mismo diccionario, además de la voz que emite el perro significa «murmuración, censura, calumnia con que se zahiere a alguien». Se trata de don Pablo Iglesias Turrión, vicepresidente segundo del gobierno de España, y valgan cuatro de muestra.
Primero: «La azotaría hasta que sangrase». Se refería a la periodista Mariló Montero en una conversación con su correligionario Monedero en la que además aseguró que la política no se la ponía dura y que no le gustan los niños ni la familia ni pasear por el parque ni vestir bien. Un ladrido característico de machista sádico, además de embustero (salvo en lo de vestir).
Segundo: «Cierre al salir». Dirigido al diputado de Vox Espinosa de los Monteros cuando abandonó la comisión parlamentaria tras acusarle Iglesias de querer dar un golpe de Estado, que es justamente lo que él persigue atacando a la Constitución, a la Justicia y a la Jefatura del Estado. Un ladrido propio de chulo ensoberbecido por el poder.
Tercero: «Vocalice un poco más porque me cuesta entenderle». Respuesta en sede parlamentaria al portavoz del Partido Popular, García Egea, que como buen murciano habla español con un acento que forma parte del maravilloso patrimonio dialectal de este gran país. Un ladrido típico de madrileño xenófobo supremacista.
Cuarto: «Usted nunca será presidente del gobierno». Se lo ha dicho al líder de la oposición, Pablo Casado. ¿Cómo puede estar tan seguro? ¿Piensa dar su golpe de estado si el PP gana algún día las elecciones? ¿O este pasionario de pacotilla le está advirtiendo de algo peor? Un ladrido distintivo de mafiosillo fanfarrón sin media torta que se sabe protegido por el capo.
Con semejante chucho en el Gobierno (y hay varios), a la entrada del complejo monclovita deberían colocar letreros tipo «Vicepresidente peligroso» o «Cuidado con el vice» porque, aunque se dice que el perro ladrador es poco mordedor, nunca se sabe. De todos modos, la culpa de que ladre tanto no es del perro, que al fin y al cabo es la naturaleza del animal, sino del amo que lo compró para que le defienda la finca y que todos los días le echa de comer las sobras sin atarlo corto ni educarlo para que ladre menos.
Y no piensen que llamar perro a un tipo es insultarlo. El Diccionario de la Real Academia Española recoge dos acepciones de este vocablo distintas de animal doméstico: una, «hombre tenaz, firme y constante en alguna opinión y empresa» y otra, «persona despreciable». Referidas al personaje, quédense con la que prefieran.
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