Si el verano del pueblo está lleno de vacas negras, el verano de la ciudad está lleno de terneritos azules. Cuernos de gorra de plato, cartucheras de secreto ibérico, rubios y con ojos azules hasta los morenitos. Son los mozos de la milicia aérea universitaria, ... pilotos sin aviones que agujerean dianas en el aeropuerto burgalés de Villafría, chorchis de lujo. Desfilan por El Espolón y las farolas se encienden para admirarlos. La Chucha mira y admira.

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– Este año cae alguno.

Ha dejado el curso y las fiestas de Cerezo para cuando sea mayor. Lo primero es lo primero y tiene un plan. Persuade a La Duquesa y a La Adrera para que ronden los portalones de la Plaza Mayor.

– Dais vueltas hasta que os mareéis, que os vean y revean, como si fuerais turistas.

– A ti se te ha subido el suspenso a la cabeza.

Sienta a La Qué ante el Arco de Santa María con el cabás de su bisutería.

– Lo miras, enredas y si se acerca alguno y le gusta, le echas gracia y se lo regalas. Pa'su madre, pa'su novia, pa'quien se t'ocurra.

A La Chamarilita, como es más guapa, al Teatro Principal, cerca de la Cafetería.

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– Tú, de artista. Y si quieres te tomas algo.

– Me tomo las de Villadiego. P'artista, tú. Menudo embolao.

Un embolao mu'estudiao, chiquitina, ellos pasan, nos ven por todos lados, llamamos su atención, nos tropezamos sin querer, y como ya nos conocen, pues, a la verbena. Van p'arriba, p'abajo, aviadores a un lado, patrulla femenina a otro, chocan al descuido, perdone usted, uy, le he manchao con el helao, ya le limpio, mire, con pañuelo de seda, de la India. Y como ellas, un enjambre de mocitas da vueltas y pirivueltas por la pasarela; si no buscamos nada, en casa estamos mejor, pero dicen las mamás que nos vamos a apolillar y aquí nos desinfectamos. La Chucha urge a moverse, hay mucha lagarta. Se mueven y consiguen una invitación.

– ¡Al baile del casino!

– De baile, nada, al joquei americano.

– Como la leche de la escuela. Y pa'todos los públicos. Vaya cate.

Cerradas las puertas al Casino, a la discoteca Campeador y a los bailes privados, caen en la pista donde retumban cachavazos al «puck», una arandela, un gato loco que zigzaguea a empujones. Los maus, blindados de coderas, espinilleras, guantes, cascos, hueveras, levantan chispas en el cemento y meten al gato en la portería. Un segundo después, tras un tiro alto, el «puck» se engancha en la red que protege al público: como una abeja, como un gato, como un tigre, como un águila, como un astronauta. Tan arriba se transfigura.

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– Mira, la evolución de las especies que cuenta el profe.

Las chicas esperan, ya aterrizará, todo llega y quedan buenos partidos por ganar.

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