Hace poco leí que, según ha calculado el bueno de Puigdemont, entre picos, palas y azadones España tiene con Cataluña una deuda histórica de cuatrocientos cincuenta mil millones de euros. No está mal, nada mal. ¡Qué majo! Me imagino la cantidad de sudokus que habrá ... tenido que resolver el hombre hasta llegar a una cifra semejante. Y es que han de saber que hacer cálculos con los debes y haberes entre españoles de España y españoles de Cataluña siempre es de lo más complicado y verán por qué lo digo.

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Me imagino que, como un servidor, ustedes también estarán hartos de oír esa martingala de que, gracias a las políticas que el actual Gobierno está implementando con Cataluña, ha vuelto la paz por aquellos territorios. Seguro que lo han oído más de una vez. Pues han de saber que la frase responde a una realidad más que manifiesta. Al César lo que es del César. Hay que reconocerlo. Y si no me creen, miren esto que les voy a contar. Por cosas y causas que no vienen a cuento, con el gobierno anterior, a varias personas se les aplicaron unas penas por haber cometido un delito de sedición.

Como es lógico el hecho no sentó nada bien a los correligionarios de estos señores, a los que tengo el gusto de no conocer, y que con eficacia se ocuparon de mostrar su descontento. Y ya está el lío armado. Se acabó la paz.

Pero hora viene el nuevo Gobierno y es a él al que le toca desfacer el entuerto. Cosa esta que hace con especial simpleza, ¿cómo?... pues eliminando el delito de sedición. Así de sencillo. Muerto el perro se acabó la rabia.

Claro está que con esta medida se ha provocado un problema en Estrasburgo, que viendo que ahora no es delito de sedición lo que antes era, quiere echar un ojo a los papeles donde ahora dice blanco cuando antes era negro, pero como decía el camarero en 'Irma la dulce', esto ya es otra historia.

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Y así, y ya termino, con todo lo demás. ¿Hay problemas con el delito de malversación?, pues se rebaja tranquilamente y problema solucionado. Y como cuando escribo esto todavía no nos hemos enterado de todo lo que ha tenido que dar nuestro presidente para seguir siendo califa en lugar del califa, ya nos enteraremos de cuántos huevos (amnistías, autodeterminaciones, condonaciones de deudas... etc.) nos ha tocado romper para hacer la tortilla. Tortilla que, eso sí, luego nos la podremos comer con la paz y tranquilidad que nos merecemos. Hasta el domingo que viene, si Dios quiere, y ya saben, no tengan miedo.

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