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Esta historia, verdad o mentira, se desarrolla en los prolegómenos de la segunda Guerra Mundial. A la vista de los acontecimientos que iban transcurriendo en Europa, Chamberlain, el primer ministro inglés, sintiéndose incapaz de continuar como jefe de una Inglaterra en guerra, entrega su dimisión ... y presenta a lord Halifax como su sucesor, aunque para dotar al gobierno de la máxima eficacia también quiere que Winston Churchill forme parte del nuevo gabinete.
Para asegurar su colaboración una mañana cita a ambos en su despacho y, delante de Halifax, pregunta a Churchill si contaría con su colaboración en caso de que el primer ministro fuese Lord Halifax.
La pregunta está hecha, pero Churchill permanece callado. Pasan los minutos y Churchill mantiene el silencio. Un mutismo atronador. Ante el prolongado silencio de Churchill, es Halifax quien habla. Cree que el puesto de primer ministro debe recaer sobre Winston Churchill. No se habla más. La reunión ha terminado y la decisión está tomada. Todos conocemos la decisión final y quién fue elegido primer ministro de Inglaterra. El poder del silencio.
Nosotros también estamos en trance de elegir un nuevo presidente. También nosotros tenemos a nuestros candidatos, a nuestros Churchill y a nuestros Halifax recorriendo las calles y avisándonos de que lo mejor para todos, lo mejor para España es, en definitiva, que les votemos a ellos. ¿El motivo?, muy sencillo: a diferencia de los otros, ellos tienen de sí mismos una opinión muy difícil de mejorar.
Pero no nos dejemos engañar porque ya sabemos que más de un político tenemos que con la excusa del espíritu de servicio lo que buscan es ser califa en lugar del califa, aunque, a diferencia del caso de los ingleses que les he contado, lo que entre nosotros escasea es alguien que sepa guardar silencio. Que sepa respetar a los opinadores aunque no respete sus opiniones. Porque las opiniones, como decía nuestro paisano Gustavo Bueno, las opiniones no se respetan.
Guardemos silencio. Hagamos que, entre el habitual guirigay de los que frecuentan las tertulias de pseudo análisis político, llegue a hacerse audible el silencio. El día que seamos capaces de conseguirlo habremos dado el primer paso para, entre todos, conseguir un mejor entendimiento. Y de verdad que buena falta nos hace.
Que ustedes lo voten bien, hasta el domingo que viene, si Dios quiere, y ya saben, no tengan miedo.
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