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El mozo, que vive en Mutilva y que dentro de tres horas va a correr en Pamplona el primer encierro de su vida, lleva despierto desde algo más de las cinco de la madrugada.
El mozo que vive en Mutilva y que está despierto desde ... algo más de las cinco de la madrugada, con la mirada perdida en la lámpara del techo, repasa una y otra vez las advertencias que le han venido haciendo sus compañeros relativas a la mejor forma en la que un novato como él debe disfrutar del primer encierro de su vida.
Y el mozo que vive en Mutilva recuerda que debe olvidarse de la cuesta de Santo Domingo porque allí los toros, le han advertido, salen frescos de los corrales y a la velocidad que vienen es mejor esperar su llegada en la plaza del Ayuntamiento.
El mozo que vive en Mutilva mira el reloj y, viendo que son ya las seis de la madrugada, no tiene paciencia para seguir en la cama y mientras una y mil veces se va repitiendo el cuidado que ha de tener con la calle de Mercaderes y su peligroso giro en ángulo recto, a la vez que se enfrenta al largo pasillo de su piso lo hace mentalmente a la parte más larga del encierro, a la mítica calle Estafeta, único tramo, según le han dicho, en el que un corredor, a punta de periódico, puede seguir el ritmo del toro.
Y ya, una vez vestido, con pantalón y camisa blanca, fajín rojo y pañuelico al cuello, el mozo que vive en Mutilva sueña cómo entrará a la carrera en el tramo que todos dicen estar reservado para los 'divinos', un tramo donde el encierro se ralentiza hasta su entrada en la plaza.
Y el mozo que vive en Mutilva, siempre nervioso, oye cómo dan las siete en el reloj del comedor. Y saliendo del piso, llama apresurado al ascensor. Y ya en la calle y a un paso más que ligero se encamina a la parada del autobús que le dejará a dos manzanas de la calle Estafeta.
Y subiendo al autobús nuestro mozo de Mutilva estaba, cuando por un mal paso, y sin duda que traicionado por los nervios, cayéndose entre las dos puertas del autobús oyó el chasquear de la tibia de su pierna derecha.
Camino del Hospital de Navarra y en una ambulancia del 112, el mozo que vive en Mutilva escucha por la radio la retransmisión del encierro. Y faltando sólo un minuto para que el cohete avise de la apertura del corral y ayudado por dos enfermeros que le llevan en una silla de ruedas, el mozo que vive en Mutilva oye cómo desde la cuesta de Santo Domingo, y en el primer encierro de su vida, otros mozos están cantando 'A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guie en el encierro, dándonos su bendición'. Y que: ¡Viva San Fermín! Y hasta el domingo que viene, si Dios quiere, y ya saben, no tengan miedo.
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