Yo no sé ustedes, pero la verdad es que a mí me pareció una noche de lo más emocionante y me estoy refiriendo, como no podía ser de otra manera, a la noche del domingo de las elecciones. No me digan que ustedes no se ... lo pasaron bien porque el espectáculo que nos fueron regalando las diferentes cadenas de televisión y sus mesas de todólogos fue de una calidad y cantidad abrumadora.

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Y estábamos todos esperando que se iniciase la sesión cuando, de repente, a las ocho y algunos segundos, apareció una cifra en la pantalla. Los gurús de la adivinación, todos menos el oficial de la casa, parecían haberse puesto de acuerdo. Ya había una lista de resultados y estaba encabezada por el Partido Popular al que todos le adjudicaban ciento cincuenta escaños.

Y así empezó el juego y pronto salió la portavoz del Partido Popular diciendo que la cosa estaba, más que clara, cristalina y que el pueblo había hablado. Y fue tras su aparición cuando poco a poco fueron surgiendo las mesas de opinión de las diferentes cadenas, cuyos componentes no tardaron en decir estar de acuerdo con lo hasta ahora hablado y que era normal que el primero en salir fuera un dato como ese. Todo era más o menos normal. Todo respondía a lo previsto.

Y así estaban las cosas cuando inesperadamente la pantalla nos escupió un nuevo dato. Un nuevo dato que en esta ocasión informaba de que el primer recuento real, aunque con muy pequeña parte del escrutinio realizado, indicaba que de eso de ciento cincuenta escaños... nanay del Paraguay, que igual la cosa no llegaba a los ciento treinta y que además el PSOE pasaría a ser el primero de la clasificación.

¿Y saben qué fue lo más gracioso? Pues que a la vista de ese primer resultado, poco a poco se fueron cambiando las opiniones de los todólogos, donde habían visto las cosas con total claridad empezaron a verlas con una cierta oscuridad y donde habían dicho digo comenzaron a decir Diego. Y para no aburrirles más, sepan que así pasamos la noche. De un alegre optimismo a un angustioso descontento los unos y de un angustioso descontento a un alegre optimismo los otros, haciendo a unos y otros adivinar lo que iba a ocurrir, después de que hubiera ocurrido.

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Lo que les decía, una noche de lo más emocionante. Y yo aquí ceso. Hasta septiembre si Dios quiere, y ya saben, no tengan miedo.

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