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Fíjense en esto que les voy a contar: entra un cliente en una pastelería, quiere comprar una docena de pasteles (ya saben que los pasteles y los huevos, recordando las matemáticas sumerias, se compran por docenas). Elige los pasteles que más le gustan, espera a ... que se los envuelvan en la bandejita correspondiente, paga lo que le piden por los doce pastelitos que ha comprado y se va tan ricamente a su casa a la espera de, con los suyos, darse el homenaje correspondiente.
Hasta aquí nada extraño, ¿no? Pues entonces sigamos con la historieta porque lo bueno viene ahora. Lo bueno viene cuando, ya en su casa y a la hora de los postres, nuestro hombre desenvuelve la bandeja de pasteles y con sorpresa y extrañeza se da cuenta de que en la bandeja solo hay diez pasteles en lugar de los doce que él había comprado y pagado. Le faltan dos pastelitos de chocolate. ¿Un error?
En vista de la situación, nuestro hombre llama por teléfono a la pastelería para comunicarles lo que está ocurriendo, donde para su asombro le dicen que la falta de los dos pasteles en su bandeja no se debe a ningún error, que lo que ocurre es que la pastelería ha decidido 'flexibilizar' su oferta, retirando en este caso dos pasteles de cada docena vendida y que, miren ustedes por dónde, han resultado ser los dos pastelitos de chocolate que más ilusionaban a nuestro hombre. Tras mucho discutir y viendo que los de la pastelería lo que tienen es mucho morro, el hombre sigue insistiendo en que se debe encontrar una solución por lo que, para terminar con el problema, lo que la pastelería propone es volver a venderle dos pastelitos de chocolate, pagándolos aparte... por supuesto.
Y fíjense, ahora que ya se me está acabando el folio y la historieta, caigo en la cuenta de una cosa que me pasó el otro día con el contrato de Movistar, esa compañía que te vende un paquete que incluye internet, teléfono móvil, televisión y todas esas cosas.
Pues resulta que después de haber comprado y pagado una serie de servicios de la citada compañía ésta, motu proprio y con el rollo ese de flexibilizar la oferta, decidió suprimir una tanda de canales de televisión de los ya comprados y pagados, aunque, eso sí, dejándote la libertad de volver a contratarlos... y volver a pagarlos en cuota aparte, claro. Mucho morro, ¿no? Mucho morro. Pues hasta el domingo que viene, si Dios quiere, y ya saben, no tengan miedo.
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