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Oigo voces, veo corredores que huyen del colesterol, nadadores a la pesca del salmón mínimo interprofesional, bandadas de patinetes como trillos a la conquista del pan. Trato de entender. Pienso que la sobredosis de calendarios, día a día acumulados en mi camino hacia la sabiduría ... y la bondad, ha de ser herramienta eficaz para entender esta algarabía. Ni de coña, ná de ná. La vejez no regala ni sabiduría ni bondad, la guinda más devaluada en el pastel de la actualidad. Ni mucho menos clarividencia. O sea, nada es verdad ni mentira. Me veo como si no estuviera aquí.
En aquí los árboles se comen el bosque, el ruido se come las nueces, las matas se comen las patatas, los pactos de estado se comen el estado, las coaliciones se comen el gobierno, el aceite se come el sueldo premium y la necesidad se come todas las virtudes. Hace una nada, o sea, veinte años, yo era un proyecto, ahora soy un prospecto: paracetamol, listas electorales, probióticos, pactos, fluoxetina, diez gotas cada diez horas, dos o tres votos cada tres o cuatro años, encuestas, si se presenta reacción alérgica o moción de censura, a demanda.
Me enchufo la tele sin canales ni guifis ni plataformas, sólo cintas VHS y redondeles DVD, deprisa, deprisa, antes de que algún quemado por el cara al sol o un chulo de tasca muerto de risa o un abducido por el espíritu del cambio o un caído del cielo roto de la revolución pendiente prohíba el veneno ideológico de los dibujos animados. Es un vicio, provoca adicción y alucinaciones políticamente perversas. Enseguida se ve que Ana Redondo, la chica de Valladolid, es la madrastra de Blancanieves Montero. Buena gente. O que el lobo es un franciscano exclaustrado, un bradomín feo, católico y sentimentalmente amancebado con la abuela constitución que ve en las urnas un tufillo de elecciones anticipadas. Con el consentimiento a tiempo completo de Caperucita Gamarra, esparcen su cestita de frutos del bosque donde todas las marías son superalimentos que ayudan a ver claro también sus promesas son lo mejó.
Son buenas gentes, muy sacrificadas por el bien común, y si el bien común lo pide se ponen la ley y el orden en los dientes y el bosque recupera sus setas, sus rosas, sus covadongas, sus sequías, sus uníos podemos, sus mil años de honradez, sus manifestaciones y en cuarto y mitad de convocatoria electoral salen tod@s caudil@s. Nunca habían retoñado tant@s. Pedro Picapiedra, Pablo Mármol, Santi CierraEspaña. Buenas gentes. Sin discriminación de género, que cuesta siglos llegar, pero se llega. Doña Yolanda Díaz de Bruselas y doña Isabel Díaz de Vivar, ingenieras de bonovotos, hadas madrinas de la justicia social y el enriquecimiento lícito. Son buenas gentes, los hemos votado, son l@s elegid@s. Qué jaleo. Sopla con tanto empeño el viento del progreso, de la cooperación, de la indepen, de los vetos, de la frontera del mochuelo, que hasta las piscinas hacen olas.
No pasa ná, bagatelas, pacíficas porfías occidentales que adormecen los cañonazos que llegan de Oriente.
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