Los Juegos Olímpicos de Tokio serán recordados, en gran medida, por los elementos extracompetitivos que han marcado la cita deportiva más importante del planeta. Tuvieron que ser suspendidos el año pasado por la pandemia que todavía marca nuestro día a día, debieron superar una oposición ... manifiesta de la población –más del 80% de los japoneses estaba en contra de su celebración– y luchar contra el mayor rebrote de COVID-19 antes y durante la celebración de las competiciones. A pesar de las dificultades, la organización y el Gobierno japonés han demostrado su capacidad para que los Juegos transcurrieran con normalidad, aunque la ausencia del calor en las gradas, del griterío y del aliento del público han condicionado las pruebas. Una situación anómala a la que han tenido que amoldarse los deportistas, quienes tuvieron que esperar cinco años –y no cuatro– para cumplir un sueño olímpico que obliga a múltiples sacrificios y a una tensión a veces insoportable. Simone Biles es el ejemplo claro de la dureza del deporte de élite. Su retirada de todas las pruebas de gimnasia, salvo en barra donde consiguió el bronce, fue un 'shock'. La gran estrella mundial de este deporte se retiró por problemas de salud mental. Dijo basta, hastiada de la presión, sacando a la luz ese lado desconocido del deportista de alta competición y recibiendo el apoyo y el cariño de colegas e instituciones.

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España ha cumplido su propio objetivo de medallas con 17 preseas, las mismas que en Río, pero con menos campeones olímpicos. Sin embargo, y a pesar de las alegrías dadas por nuestros deportistas, es una demostración de que el modelo deportivo español está caduco. Necesita de una profunda reflexión y, sobre todo, inversión. El Plan ADO creado para Barcelona'92 está obsoleto y su aportación ha sido mínima (22 millones de euros). El Comité Olímpico Español maneja un presupuesto de 10 millones; su homólogo italiano, 75 millones. Australia duplica a los transalpinos. Hungría, Chequia, Bélgica o Países Bajos obtienen mejores resultados si se comparan sus poblaciones con la española. Es necesario inculcar más el deporte desde las edades más tempranas y dotar de los suficientes recursos económicos a las federaciones y a los clubes –sobre todo de los deportes minoritarios– para que trabajen con las bases. Para que los resultados obtenidos en Tokio no sean una isla es vital trabajar desde ya para la próxima cita olímpica: París'24.

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