Puede que Donald Trump llegue a gobernar en Estados Unidos, puede que no; pero los venezolanos ya padecen a su propio Trump tropical: Nicolás Maduro. Dos españoles han sido arrestados arbitrariamente por este funesto personaje que intenta legitimar sus cacicadas invocando el espectro de la ... difunta revolución bolivariana. ¿Pero qué fue la revolución bolivariana? ¿Por qué surgió tal revolución? ¿Qué apoyos puede conservar todavía y por qué?
La Venezuela de finales del siglo XX era un ejemplo perfecto de Estado escindido. En ocasiones, un Estado puede sufrir una evolución socioeconómica negativa que provoca una escisión interna gradual, creando dos circuitos geopolíticos y socioeconómicos que van reduciendo sus lazos e interconexiones a todos los niveles. No hay guerras separatistas, invasión extranjera o luchas sucesorias. Simplemente se van creando dos subconjuntos diferentes que empiezan a vivir casi totalmente el uno a espaldas del otro. La violencia física puede surgir después, como consecuencia, no como causa. Es un fenómeno poco frecuente y por ello poco estudiado o teorizado, pero existe y Venezuela es un buen ejemplo.
Cuando el fenómeno llega hasta el extremo, un Estado puede escindirse en dos bloques territoriales con escasos lazos entre ambos. Para simplificar los llamaremos Alfa y Omega. Alfa incluye la capital del Estado, las principales ciudades, las zonas donde se produce el principal recurso exportable de la nación –si lo hay–, las zonas turísticas y los puertos. Omega incluye las zonas del interior de difícil acceso o clima hostil como junglas, desiertos, montañas o tundras heladas, las zonas rurales con una agricultura de subsistencia o autoconsumo e, incluso, los barrios chabolistas de las grandes ciudades.
En tiempos anteriores se mantenían algunos lazos entre ambos subconjuntos porque Alfa recibía desde Omega mano de obra y recursos básicos, como alimentos y ciertas materias primas, pero ahora con la globalización es factible e incluso más barato traer inmigrantes y suministros desde países muy remotos. La interconexión a escala planetaria que facilita la globalización puede favorecer una completa desconexión a nivel local. En cualquier caso, el Estado escindido crea una situación casi colonial dentro de un mismo país, donde Alfa es la metrópoli y Omega sufre explotación de sus recursos, pero casi no recibe inversiones. O peor todavía: Alfa ni siquiera necesita explotar a Omega y los gobernantes simplemente se olvidan de un amplio territorio que teóricamente forma parte de su propio país.
El Estado escindido es profundamente inestable. Cuando la situación revienta pueden suceder muchas cosas. En Cuba, con la dictadura de Batista, estalló una revolución de izquierdas que llevó al poder a Fidel Castro. En Líbano, con su falta de cohesión entre muchos grupos humanos diferentes, estalló una multiguerra civil sectaria entre los diversos grupos confesionales. En Venezuela, con una democracia funcional y pocas tensiones entre los diferentes grupos étnicos, estalló la revolución bolivariana: la Venezuela Omega aprovechó la fuerza del número para conquistar el poder y someter a la Venezuela Alfa. Por desgracia para todos ellos, se vieron afligidos por un héroe: Hugo Chávez. Lo que debería haber sido un movimiento de regeneración y reunificación nacional se convirtió en la adoración de un ídolo, quien, para empeorar las cosas, era un caudillo militar.
La revolución bolivariana supuso de facto la conquista de la Venezuela Alfa por sus antiguas víctimas y vasallos de la Venezuela Omega. Por eso Hugo Chávez expropiaba a diestro y siniestro: porque eso es lo que hacen los conquistadores, aunque con total certeza Chávez no lo percibía de esta manera. Los apoyos populares que le quedan a la dictadura madurista consisten en gentes pobres y desesperadas que temen que la caída del régimen suponga una restauración del sistema anterior, con la burguesía rica asentada en Caracas, mangoneando a su gusto toda la riqueza nacional. La gente guapa emplearía las rentas del petróleo para ir a las mejores universidades y disfrutar de bienes de lujo importados, mientras el resto del país no recibiría ni un céntimo para su bienestar y desarrollo.
Pero, al final, bajo los complejos problemas socioeconómicos, la retórica populista y los sofisticados análisis de los científicos sociales se oculta el Ejército. Chávez era un militar de carrera y los militares venezolanos están repitiendo, a su muerte, la jugada de sus colegas turcos cuando falleció Ataturk: convertirse en el verdadero poder en la sombra, lo que implica mantener a Maduro en el poder y evitar que Venezuela vuelva a ser una democracia. ¿Lo conseguirán?
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