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Soy, lo reconozco, adicto a la lectura y procuro obtener de ella enseñanzas y mejoras intelectuales y, a veces, grandes sorpresas, y eso me ha ocurrido recientemente al leer un ensayo de un profesor de filosofía de la Universidad de California, Aaron James, titulado 'A ... Theory, Assholes: A Theory of Donald Trump', que en España ha sido traducido como 'Trump, ensayo sobre la imbecilidad', (aunque 'asshole' tiene un sentido bastante más peyorativo que imbecilidad y admite traducciones como indeseable, despreciable o repugnante). El ensayo se centra en analizar la personalidad de Trump que presenta graves síntomas de ser acreedor a esa lamentable calificación.
Si me lo permiten voy, en contra de lo que suelen hacer los plagiarios, a reproducir literalmente alguna de las frases del autor a propósito de las características que presenta Donald Trump, merecedor indudable de ese calificativo de imbécil o 'asshole':
La primera cualidad es la absoluta soberbia, que en él es un rasgo de personalidad que impide que «halle motivo alguno que le lleve a pedir perdón o a escuchar siquiera los reproches de los demás: vive afianzado en el convencimiento de que está en su derecho y de que, por tanto, puede hacer oídos sordos».
De hecho, no es raro que muestre indignación cuando se cuestiona su comportamiento, pues lo entiende como una señal de que no se le está otorgando el respeto que merece.
La segunda cualidad es, tal y como hacía aquel inmortal personaje de Astérix, Tullius Detritus, «sembrar la discordia entre el electorado a fin de indignarlo, motivarlo y exprimir toda ocasión de aumentar su poder o sus beneficios. Piensa que el resto actúa del mismo modo, y este hecho se vuelve su única justificación... y las divisiones que fomenta corroen a la sociedad en general al agriar amistades, reuniones familiares y veladas».
Complemento necesario es que es un embustero consumado, un charlatán: alguien que habla sin guardar respeto alguno a la verdad. «Si le formulan una pregunta, mentirá sin inmutarse; si lo llaman falso se declarará fiel a la verdad hasta la médula».
«Es también poseedor de un amor propio inflamado; es decir: la preocupación por la imagen que puedan tener de él los otros y, en particular, la necesidad implacable de que lo vean como superior.» Y, por último, predica doctrinas que sabe falsas a hombres que tiene por idiotas.
Pues bien, una vez contempladas las cualidades, si así pueden llamarse, que Trump posee para ser considerado un auténtico 'asshole' o indeseable, me vino a la mente la conducta y la actuación de un presidente de gobierno muy cercano y me di cuenta de que las posee todas en grado superlativo, y que, en vista de todo ello, resulta hermano en ideología y conducta de Trump, «ese 'asshole' del que usted me habla»
Es verdad que la política hace extraños compañeros de cama o de carácter.
El último numerito de nuestro 'asshole': que si me voy, que si no me voy, que no os merecéis a alguien como yo (cierto) le hace merecedor del 'asshole' cum laude del año.
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