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Una vez más, con motivo de la celebración hace pocos días del Día Internacional para la eliminación de la violencia contra las mujeres y como suele suceder a consecuencia del enésimo asesinato machista, todos los medios de comunicación, los políticos y las organizaciones sociales repiten ' ... ad nauseam' las mismas lamentaciones y recomendaciones y reclaman del gobierno la adopción de medidas para evitar estas salvajadas, amén de promover velitas encendidas, flores en las calles y manifestaciones de repulsa.
Todo eso está muy bien, pero no es sino una forma hipócrita de ocultar el problema y de negarse a ver su solución. Porque no creo que nadie sea tan optimista como para pensar que un grupo de gente con velitas y pancartas o manifestaciones de repulsa vayan a disuadir al energúmeno de turno de sus pulsiones machistas.
Seamos serios, un país en el que una de las cadenas de TV más vista es un compendio de programas en los que se glorifica el machismo; en los que se muestra a la mujer como un trofeo de caza; en los que se ensalza la incultura y la zafiedad y en los que se muestra a las infelices que buscando la fama se prestan a esas manipulaciones como unas prostitutas en ciernes, no puede en modo alguno esperar que de repente la sociedad se transforme y aprenda a considerar el respeto a los demás como algo importante e inherente a la dignidad humana.
Qué decir del Patio de Monipodio en que se han convertido las tertulias, a las que habría que denominar riñas barriobajeras y coros de maledicencia, que se ofrecen al pueblo en las televisiones. Por no hablar de esa escuela de machistas groseros denominada reguetón cuyas letras denigrantes son una perfecta escuela de machistas.
En resumen: si proscribimos y despreciamos la enseñanza de la historia, la literatura, la filosofía, el latín... y las humanidades en general; si glorificamos la mala educación y consideramos un ejemplo a los jóvenes que buscando una fama más que dudosa se prestan a vender su intimidad y su dignidad «por salir en la tele»; si denostamos a quienes repudian tales ordalías públicas; si despreciamos a quienes tratan de reflexionar acerca de la conducta humana y hacemos escarnio de aquellos que pretenden transmitirnos pensamientos profundos... ¿Cómo pretendemos que cesen las agresiones machistas y la violencia?
Solo existe una vacuna contra esa lacra y no es hacer manifestaciones, ni poner las banderas a media asta, ni declarar días de duelo. El antídoto se llama CULTURA. Sí, eso que ha quedado desterrado de los medios de comunicación y de las escuelas.
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