El mes de diciembre debería ser expulsado del calendario y dictarse contra él una orden de alejamiento. En ese mes salen a la luz los peores instintos de la masa municipal y espesa que decía Ortega y se pone de manifiesto su irresistible adhesión a ... seguir comportamientos orwellianos. Comienza el mes con un magnífico 'puente', organizado por los padres de la patria, que pudiendo haber elegido como día de la Constitución, tan maltratada la pobre, el día 7, o el 8, decidieron crear un descanso para los sufridos trabajadores, que se abalanzan en tropel hacia las agencias de viajes para aprovechar la subida de precios que inexorablemente se produce esos días y adquirir viajes, vuelos y hoteles y disfrutar de las aglomeraciones de los aeropuertos y estaciones, de los retrasos y cancelaciones de los vuelos y del insoportable barullo de todas las ciudades.

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Recuperados de las angustias y padecimientos del puente. ¡Tachán! Empieza la Navidad, cuyo pórtico es la contemplación arrobada por parte del pueblo del anuncio de una conocida marca de cava y la consiguiente cursi sensiblería del anuncio de la lotería nacional, que dan paso a una ordalía generalizada como son las cenas de empresa en las cuales se arrojan por la borda las normas de la prudencia y la educación e incluso se producen magnificas infidelidades conyugales.

Y ahora vienen los platos fuertes: las cenas de Nochebuena, en cuyo honor las familias compran carísimos manjares, que en otras épocas son mucho más asequibles, y aprovechan para juntarse con esos familiares indeseables que el resto del año permanecen prudentemente distantes y, en brazos del alcohol y desechadas las inhibiciones, explicarle al marido de tu cuñada las verdades del barquero, que son contestadas con una detallada descripción por su parte de los repugnantes defectos que hacen de ti una plaga no apta para el consumo humano. Terminada la cena y recogidos los cadáveres, al día siguiente en casa de los suegros se repite la entrañable reunión, que termina en contienda generalizada, y se deponen las armas hasta las navidades siguientes. Y el gran final: la Nochevieja en la que, aparcadas la inteligencia y la decencia, la familia se apalanca ante el televisor para contemplar, ¡otro año más! el vestido, o el desnudo según toque, de una señorita de Vallecas cuyos atractivos jamás he logrado captar. Y acto seguido, a padecer el mismo programa de variedades de todos los años, que esta vez ha tenido que prescindir del pobre Raphael que llevaba 150 años enriqueciéndolo, e intentar sobrevivir al atragantamiento producido por la ingestión atropellada de doce uvas perversas.

Al día siguiente, ya terminado venturosamente el mes de diciembre, toca hacer recuento de daños y el estómago y el hígado, maltratados durante todo el mes, presentan una protesta formal que obliga a la ingestión de bicarbonato y demás pócimas salvadoras y aconsejan la relajación

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