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Ahora que se habla tanto de democracia y derechos humanos, he estado realizando una actividad claramente subversiva, como es reflexionar, acerca de una de las cosas menos democráticas que existe y que pasa desapercibida a nuestros políticos, o lo que sean, a quienes requiero que ... adopten las medidas oportunas para terminar con esta lacra.
Hay una fase en la vida del ser humano en la que no tiene la menor intervención y ni siquiera puede expresar su parecer sobre el particular: esta trascendente fase es el nacimiento. El ser humano es concebido mediante una decisión y un ejercicio físico, dicen que placentero, que se desarrolla entre dos personas a quienes no conoce y sobre cuya voluntad carece de influencia; y así, sin comerlo ni beberlo, se encuentra un buen día instalado en el interior de una mujer, a la que no tenía el gusto de conocer, que lo alimenta y mantiene en una residencia confortable.
Es irritante el hecho innegable de que en ningún momento se le ha concedido la posibilidad de opinar, ni mucho menos elegir, acerca de la mujer en la que está instalado, ni formular consultas sobre su carácter, intenciones ni sobre otros aspectos de fundamental influencia en la vida del sujeto paciente.
Así, no se le permite decidir si desea nacer en un país occidental desarrollado, o en Nigeria, por poner un ejemplo. Tampoco tiene voz ni voto en la elección de su familia. Y no es lo mismo, ni parecido, nacer en una casa de millonarios americanos que en una choza masái en Kenia. Por no hablar de ser chica y aterrizar en una familia musulmana y ahí entramos en otros desafueros: puede nacer en una familia religiosa con todo lo que ello conlleva, y no quiero entrar en detalles acerca de los mormones o los mahometanos, por ejemplo, o en una familia moderna y libre pensadora amante de la cultura.
¿Qué decir de aterrizar dulcemente en un país democrático, si es que queda alguno, o desplomarse en otro regido por feroz dictadura como por ejemplo Corea del Norte, Rusia o Venezuela?
Y luego entramos propiamente en materia: el proyecto ¿va a ser hombre o mujer?, ¿alto o bajito, guapo como Brad Pitt o repulsivo como Depardieu? Y en caso femenino no es indiferente, ni mucho menos, nacer con un físico como el de Kim Bassinger y un cerebro como el de Madame Curie que ser una ofensa para la vista, y me abstendré de dar nombres, o una persona de cerebro disperso como Yolanda Díaz, dicho sea sin ánimo de señalar.
En conclusión: es absolutamente intolerable que se consienta a dos personas, que ni siquiera han hecho el preceptivo cursillo que prudentemente se exige para tener un perro, decidir acerca del nacimiento de un ciudadano a quien no se le ofrece la posibilidad de dar su opinión autorizada –opinión que, dada la situación actual, podría ser drásticamente contraria a verse insertado en esta sociedad– ni sobre su sexo, su físico o situación geográfica o económica. En fin, todo ello claramente dictatorial y antidemocrático.
Voy a fundar una asociación contra el nacimiento involuntario y se admiten donativos.
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