Habla, pueblo, habla
La gente ha dicho cosas desde el principio de los tiempos, han dicho cosas útiles, bonitas, certeras, idiotas, hirientes, sabias, provocadores y hasta cero interesantes
Juan Gómez-Jurado
Sábado, 18 de marzo 2023, 00:29
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Juan Gómez-Jurado
Sábado, 18 de marzo 2023, 00:29
Que la gente hable no debería ser un problema, la gente habla de siempre, desde que se empalmaron los primeros sonidos guturales en un contexto y se utilizaron para asentar acciones y cosas hemos sentido, los humanitos, la necesidad de ir poniéndole palabras a nuestros ... pensamientos, sean estos de la calidad e intensidad que quiera que sean. La gente ha dicho cosas desde el principio de los tiempos, han dicho cosas útiles, bonitas, certeras, idiotas, hirientes, sabias, provocadores y hasta cero interesantes. Siglos lleva la gente diciendo cosas que igual servían para que el charcutero no te corte el jamón de York en lonchas demasiado gruesas, que para tratar de acercarse a la teoría de cuerdas que para, yo qué sé, decirle al vecino que frenara, que ya estaba a punto de darle al coche de atrás.
Podríamos acudir a La Biblia para darnos cuenta de que las cosas que dice la gente superan con creces la capacidad de almacenarlas: «Jesús también hizo muchas otras cosas, las cuales, si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir.» (Juan 21:25) Si no se pudo con Jesús no quiera imaginar las que hace y dice un simple mortal como, por ejemplo, yo. La gente dice cosas donde se le asiente la gana y hace bien. Pues estaría bueno que no pudieran todos decir lo que les venga en gana sea o no útil para el avance de la humanidad. Además, las que no escuchas no existen y, por tanto, no entrañan el peligro de que puedan no gustarte, dolerte, molestarte o enfadarte.
A veces escuchaba a mi vecino Antonio a través de los muros de papel mi casa. Mi vecino Antonio era, desde mi punto de vista muy limitado por el conocimiento y, por tanto, muy subjetivo, uno de los imbéciles más enormes que han pasado por este mundo. Le escuchaba gritar a sus hijos, humillar a su mujer, insultar al del telediario y, más que maldecir las cosas que decía, maldecía tener que escucharlas, así de egoístas nos ha hecho el instinto de supervivencia. Creo que, donde ha empezado a ser un problema el volumen de cosas que dice cada uno ha sido cuando sí hemos podido encontrar un lugar en el que los muros, nunca mejor dicho, se han convertido en transparentes y transonoros (me acabo de inventar esta palabra, que me perdone la RAE). Desde que tenemos redes sociales todos somos vecinos de Antonio y, pienso, hemos cometido el error de darle a todas esas cosas que dicen nuestros Antonios, carta de importancia e incluso, es más, permitirnos gritarle a cualquier Antonio también nuestras cosas, para, sin darnos cuenta, convertirnos también en el Antonio de alguien.
No, no es un problema que la gente diga cosas, sí lo es eso que hemos hecho, personas, medios de comunicación, políticos y demás de ser incapaces de filtrar ese volumen de cosas dichas y meterlas a todas en un saco llamado 'La gente dice' como si eso, conociendo a Antonio, tuviera realmente alguna transcendencia mayor que la que pueda tener lo que le digo yo a mi charcutero.
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