Que nadie me entienda mal, bueno que me entienda mal quien me quiera entender mal, porque contra eso no voy a poder hacer nada: amo la radio, amo la prensa, amo la información. Y, por lógica, amo también a los periodistas, a aquellos que hacen ... su trabajo con ética, que pelean por sacar información veraz, contrastada, seria. Que nadie me entienda mal salvo usted, que ya estaba dispuesto a hacerlo. He sido en vidas pasadas uno de ellos. Sé lo que cuesta estar todos los días al filo de la noticia. Sé lo que es resetearse cada mañana al llegar a la redacción porque el tema que ayer era una bomba a punto de estallar, hoy se ha quedado en chatarra chamuscada por la llegada de otro tema que, este sí, realmente es el que va a dinamitar el mundo tal y como lo conocemos, y esto lo será con completa certeza hasta mañana o, quién sabe, esta tarde si Elon Musk vuelve a hablar de algo.

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Sé lo épica que es esa vida que se pone a cero cada mañana pero también sé lo que te separa inevitablemente de la realidad. Nos ponemos elevados. Hablamos del CGPJ, de lo último de Paul Auster, de lo de Meloni. De lo que sea. Y detrás está la gente que nos escucha o lee como parte de su vida, pero que nos presta la atención justa, la que le sobra de los problemas que de verdad le interese. Y ni siquiera problemas graves.

La gente va por un lado y tú inevitablemente vas persiguiendo el palo con la zanahoria que la actualidad, los políticos y las confrontaciones te marcan. Les rellenamos el ruido con muletillas que pensamos que podrían entretenerles sacarles de esos temas que, de verdad, condicionan su vida:

-Estamos aquí para hacerles compañía, darles toda la actualidad.

-Vamos con el humor, que nos hace falta reírnos tal y como están las cosas...

-El tiempo es oro en la radio...

-Perdonen por la voz. Estoy resfriado...

-Ya queda menos para el fin de semana...

-Hoy saquen el abrigo, que va a hacer frío...

-Hacemos una pausa para nuestros compromisos publicitarios, enseguida volvemos...

-....Hemos vuelto.

-La ironía no funciona en la radio...

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-¿De dónde nos llama?

-¡Plasencia! ¡Qué hermosa tierra!

-Llueve. No olviden el paraguas...

-Viajamos más allá de nuestras fronteras...

-La temperatura en el exterior de nuestros estudios...

-Ahora es el tiempo de ustedes, queridos oyentes...

-Una horita menos...

-Hablemos de cine, cojan ustedes palomitas porque les traemos los mejores estrenos...

-Y en el capítulo judicial...

-Hoy calor, no olviden beber mucha agua...

-Mañana más...

Y así, frases, huecos, teloneros de Elon Musk, la sala de espera del apocalipsis que concede al oyente tiempo para pensar en si la ferretería está ya abierta o en qué hace de cenar. O en nada. Es ruido. Ruido blanco. Que, aún así, acompaña a la gente. Porque detrás, no olvidemos, detrás está la gente hablando de eso que han hecho ahora con los tapones del agua, que no se puede beber bien, que te aplasta la nariz y hay que moverlo a un lado. Y delante de ellos, nosotros insistimos: ¿pero sabéis lo que ha dicho Meloni?

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