Se cumple hoy exactamente un año del terrible momento en que le di a 'Me Gusta' en un vídeo en el que Johnny Depp, disfrazado de Jack Sparrow, visitaba un hospital de niños enfermos y les hacía regalos. Sé que hace un año porque, cosas ... de la memoria, estaba en Badajoz ese día en algún evento de presentación y firma del libro de un amigo. Recuerdo la soledad de la habitación de hotel, el olor de cama ajena y la espera a que empezase el acto, amenizada mirando insustancialidades a golpe de yema de dedo. Ahí fue cuando apareció el vídeo, era un vídeo bonito, tierno. Lo acompañaba un texto que rezaba: «Ayer, el actor Johnny Depp…».

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Recuerdo pensar en que ese actor, que en aquel momento estaba sometido a un juicio bastante polémico, había decidido dedicar un rato a esa buena acción. Y recuerdo también pensar que, quizá, lo hacía para lavar su imagen e inmediatamente espantar a mi diablo de un manotazo y quedarme con la primera versión, la que me congraciaba con la humanidad. Por lo tanto, desde el trono que las redes nos han concedido, le di el regalo de mi 'Me Gusta' a ese vídeo y seguí viendo gatos que pegan puñetazos, peleas callejeras y abuelos que cantan ópera. Un año hace, de este momento aparentemente insustancial.

Y hoy lo recuerdo porque, desde ese día, ese vídeo me vuelve a aparecer sistemáticamente, colgado por cuentas distintas, siempre con el mismo texto: «Ayer, el actor Johnny Depp…». Y observo cómo el tiempo se resetea. El ayer de Badajoz, hoy es un ayer en Madrid, en mi casa, pasando una gripe febril y esperando al veranillo de san Miguel. Y me da por cavilar en que las redes ya nos muestran el mundo que queremos ver, que cada uno saca una conclusión completamente personalizada de la realidad. Para unos el mundo irá bien porque gobierna quien él quiere, ganan sus buenos y se equivocan una vez más sus malos. Para otros por fin llega la serie de la que todo el mundo habla, si se entiende por 'todo el mundo' su mundo.

La realidad se nos ha hecho pequeña y personalizada y el tiempo, poco a poco, se va adaptando también al momento en que conocemos las cosas, no a aquel en que han sucedido. Ya no caduca la magdalena de Proust. Pienso, cual Raskolnikov en su cama febril tras el crimen, en que, si esta gripe mañana se me llevase a otro plano (como dicen ahora los cursis) y eso diera para un par de titulares y algún que otro tuit, es bastante probable que dentro de un año, a la hora de la siesta, en una habitación de hotel en pleno centro de Badajoz, no es improbable, digo, que alguien exclame: «Coño, ayer murió Juan Gómez-Jurado». 'Me Gusta'. DEP.

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