Escucho estos días, porque la gente no para de decir cosas y uno, qué remedio, de escucharlas, que se reivindican los villancicos españoles frente a los 'Christmas Carols' ingleses. Que no quede por mí apoyar una buena reivindicación de lo nuestro, con lo mucho que ... se valora apoyar lo nuestro aunque, así de pronto, me salen pocos que me parezcan auténticamente nuestros. Apurando la mente pienso en 'Campana sobre campana', 'La Marimorena', 'Hacia Belén va una burra', 'Los peces en el río', 'Arre borriquito' y estrujo con 'Dime niño de quién eres', 'Ay del chiquirritín' o '25 de diciembre (fum, fum, fum)' tan catalana ella y tan adoptada por el resto.
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Hablo, claro, de los villancicos conocidos por todos. Además, si se busca, hay otros que se cantaron y que, probablemente, se cantarán por regiones o hasta por pueblos. Pero estos, y alguno que incluya usted, son los que tenemos. Su rastro creacionista se pierde a finales de siglo XVIII y no se recupera en popularidad hasta el omnipresente burrito sabanero que, siento decirlo, es venezolano y no español a pesar de coincidir en su obsesión equina.
No vale añadir 'Noche de paz' o 'El tamborilero' y tampoco, y a eso voy, la de 'Blanca Navidad' que es 'White Christmas' y que es la que tiene, sin duda, la culpa de todo. Se cuenta que Irving Berlin y su secretaria se alojaban en el hotel Philmore, en Phoenix. Berlin la despertó para que subiera a trabajar y la tuvo toda la noche despierta, mientras amanecía en Arizona, Irving dijo: «Acabo de escribir la mejor canción del mundo». Y lo mismo era verdad, o casi, porque, tras grabarla Bing Crosby para la banda sonora de 'Holiday Inn', se convirtió, hasta hoy, en el sencillo más vendido de la historia de la música con 50 millones de copias vendidas y en la canción que más dinero ha generado en derechos de autor de la historia de la música si exceptuamos 'Cumpleaños feliz' (36 millones de dólares hasta el día de hoy).
Este éxito de 1942 provocó que todos los cantantes y compositores anglosajones de ese momento rompieran a escribir temas navideños que, no como los nuestros, estaban ya bastante alejados del hecho religioso y cuya ambientación era más la época del año, con su nieve, sus luces, su frío o sus nostalgias. Y quizá por eso es difícil pensar en que esa digna reivindicación realmente sea posible. El villancico no se ha renovado desde hace siglos mientras las 'carols' siguen, cada año, tratando de llegar a cuanta más gente sea posible, renovando su sonido más allá de la zambomba y sus historias más allá de los borricos para, cada navidad, comer más dinero que turrón. Que se lo digan a Mariah Carey.
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