Rosas y cloacas
Hay mucho en juego en esta nueva legislatura y no será un camino de rosas para Sánchez
Juan Francisco Ferré
Martes, 14 de noviembre 2023, 00:29
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Juan Francisco Ferré
Martes, 14 de noviembre 2023, 00:29
Qué precio estás dispuesto a pagar por que no gobierne la derecha. Hasta dónde llegarías para que solo gobierne la izquierda. Cuánto vale mantenerse siempre en el poder. Como en una subasta de mercancía robada, el PSOE ha pujado al límite, sin miedo a las ... consecuencias, para lograr su fin. Me temo que Sánchez se piensa superior a sus adversarios, capaz de burlarse de la derecha perdedora y torear con arte, al mismo tiempo, a los independentistas vascos y catalanes. Y, sin embargo, Sánchez es culpable, con su cinismo habitual, de conseguir que parezca razonable el discurso de la derecha sobre su ineficiente gestión y torticera praxis negociadora. Decir que los que están contra la amnistía son fachas es un acto de fascismo intolerable.
Una coalición de minorías no constituye nunca una mayoría suficiente y, por tanto, no puede legitimar las acciones que Sánchez planea ejecutar con instinto kamikaze contra la democracia española. La situación es compleja y paradójica. El PSOE perdió las elecciones, aunque se niegue a reconocerlo, y el PP tampoco las ganó, una repetición electoral sería lo más lógico. Pero no para alguien que ardía en deseos de quitarse la máscara y activar su verdadero programa ideológico. Por qué no. La derrota humillante y la necesidad de negociar con todos le han concedido esta oportunidad histórica. No me sorprende que Zapatero actúe de apuntador de la maquiavélica escenificación.
La abducción del PSOE por Sánchez es un grave error estratégico. Pero desconozco si la mayoría de los votantes socialistas de comunidades autónomas no implicadas en la nueva alianza territorial comparte la decisión. Una facción significativa mira hacia otro lado y se tapa la nariz con tal de no ver a la derecha gobernando con la ultraderecha, su única preocupación en la vida. Y el otro bando no comprenderá las secuelas inicuas de esos acuerdos hasta que sea tarde y ya no tengan remedio.
Asistimos a un experimento político que no es forzado calificar de «revolución». Una revolución posmoderna, palaciega e incruenta, pero una revolución ejecutada con la intención de encumbrar a Sánchez como presidente vitalicio de una república socialista, esa es su fantasía, que sirva de modelo en Europa e Iberoamérica. No hay otra explicación al golpe institucional realizado con medios ilícitos para imponer su ambición de poder e ideas despóticas sobre la voluntad popular. Por una vez, tras los putrefactos tratos del PSOE, las cloacas huelen a rosas y las rosas a cloacas.
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