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Juan Francisco Ferré
Martes, 21 de febrero 2023, 01:02
Los martes, carnaval. Sí, para qué disimular. Desde que Sánchez cambió el día del Consejo de Ministros, todos los martes son carnaval. Qué poco sentido del humor demuestra la política española al no entender la jugada ingeniosa del presidente invirtiendo las categorías en su beneficio. ... En el mundo al revés, lo alto se rebaja y la bajeza se exalta, la verdad pasa por mentira y la mentira por verdad, lo blanco es negro como la noche de autos y lo negro se blanquea hasta la invisibilidad. Cuanto más carnavalesca la acción del gobierno, más graves son los problemas a los que se enfrenta su gestión.
Las burlas y risotadas serían la respuesta idónea a las provocaciones del desfile de disparates diarios al que corremos el riesgo de acostumbrarnos, como a la nueva normalidad. Para no traicionar sus tesis más atrevidas supongo que el travestismo es la etiqueta obligatoria en la aprobación de algunas leyes polémicas. Un baile grotesco de máscaras y disfraces. Imagino a Sánchez travestido de dama versallesca, transmitiendo a golpes de abanico contraseñas ideológicas sobre el sexo de los ángeles, y a las dos Montero, compinchadas con Díaz, luciendo lujosos atavíos dignos de un barroco sainete almodovariano. A Calviño, sin embargo, solo me la imagino disfrazada de sufrida trabajadora que apenas sobrevive con el salario minimalista y acude agotada al súper del barrio las mañanas del finde en busca de comida basura para la prole.
El carnaval existía, antes de este gobierno diverso y divertido, para que creyéramos que la realidad no era un carnaval. Ahora, el carnaval de los martes obliga a tomar en serio las cuestiones afectadas por su política errática. Los ciudadanos debemos agradecer a Sánchez este proceso de madurez, transformados en seres pensantes que interrogan las causas de las cosas con rigor y método. Ya no frivolizamos los temas candentes por miedo a incurrir en las estrategias jocoserias del sanchismo. El sexo resiliente, la violación empedernida, lo masculino y lo femenino recalcitrantes, el oscuro encanto de lo trans, la crueldad humana y la animalidad sensible, la blandura de las penas y la penalización criminal de los penes, el caos migratorio, la chapuza económica y la charcutería estadística, los fondos desfondados, la farsa del BarçaGate, etc. Quien se queje de la pantomima es un amargado y un estreñido. El Gobierno de Sánchez, tocando fondo, nos ha devuelto el sentido cómico de la acción política. Espero que los sucesores aprendan la lección.
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