Es lo que necesitamos con más urgencia. Un instrumento fiable que limpie, fije y dé esplendor a nuestra democracia. Es lo único que podría desbloquear un modo de funcionamiento que empieza a chirriar y peligra con colapsar. Estados Unidos surgió de una revolución y requiere, ... cada cierto tiempo, que alguien revolucione sus estructuras, aunque sea un conservador, alguien que desatasque sus circuitos y los ponga a funcionar a pleno rendimiento. La América del fenómeno Trump, si nadie la para antes, amenaza con salir disparada de la Tierra como un cohete de Elon Musk. En Europa nos haría falta ahora una fuerza similar, pero el superestado europeo se fundó sobre valores nacionales viciados y se percibe su estancamiento progresivo.
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La pobre España nunca conoció nada ni remotamente parecido a una revolución que le cambiara la piel, para su desgracia. La Constitución perdura atascada al servicio de los partidos que atenazan el sistema y algunos de sus logros, al final, bloquean su evolución. Un simulacro de revolución fundado en la alianza con minorías incompatibles con los intereses mayoritarios solo conduce al marasmo del sistema, no a su funcionamiento fluido. Ponerlo todo al servicio de la voluntad de poder de un líder ambicioso no es una estrategia acertada. El hedor de santidad que despedía el congreso del PSOE la semana pasada no se explica con ningún argumento racional. Es un pacto suicida, una complicidad fatal entre los que se saben condenados por la historia y los que no son capaces de rebelarse contra su destino. Ni la debilidad crítica del partido, ni la torpeza proverbial de la oposición, ni la avidez ciega de los socios, ni la voluntad de permanencia a toda costa en el poder justifican un espectáculo tan nocivo.
El sistema lo permite, no lo niego. Este es el verdadero problema que provoca la desconexión de los ciudadanos. Un sistema complejo e incomprensible, un sistema inhumano, en suma, liderado por personajes sobrecargados de vicios demasiado humanos. Cada año se agrava la situación. Llegará el día en que esto no se sostenga ni con pegamento electoral. De momento, la escoba democrática más saludable y eficaz siguen siendo las elecciones. Remedio insuperable para terminar con la parálisis y eliminar la pestilencia. En caso contrario, la escoba del sistema no tardará en ser una inteligencia artificial que tome buenas decisiones, es decir, decisiones que una simple inteligencia natural podría aprobar y respetar. Aviso a gobernantes sin escrúpulos.
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