En un mitin de conmemoración de la llegada de José Luis Rodriguez Zapatero a la presidencia del Gobierno en las elecciones marcadas por los atentados yihadistas que causaron 193 muertos y casi dos mil heridos, el ex presidente decía en un mitin en Bilbao: «En ... la historia de la infamia queda la teoría de la conspiración. No esperamos que pidan perdón, no se lo vamos a pedir, pero que sepan que sabemos lo que hicieron y lo que provocaron». No se dirigía al yihadismo islamista, ni al ISIS, ni al estado islámico. Se refería al Partido Popular.

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Faltaban pocos días para el vigésimo aniversario del 11-M. Unos meses antes en la campaña previa a las generales del 23 J, ZP ya se había destapado como monologista-mitinero en defensa del sanchismo, con una agresividad desconocida en su trayectoria. «Dicen que estoy desatado», comentaba entre sonrisas, con mucha facundia y sin papeles. «No. Lo que estoy es indignado con la indecencia del PP». «El Gobierno habrá cometido algún error -admitía-, ¿pero sabéis cual ha sido el mayor error del Gobierno? La oposición que ha tenido. Que pidan perdón por la Gürtel y por la Kitchen». «Un respeto a la ciudadanía y a la verdad», seguía antes de hacer una pausa teatral ante un auditorio risueño. «No me calentéis».

Siempre se ha dicho que los expresidentes o son como un jarrón chino, que nadie sabe dónde poner, o son un florero para dar color en el Club siglo XXI. Pero ZP ha preferido el Club de la Comedia. Se nos ha destapado como un mordaz, populista y belicoso orador. Ha madurado. No se sabe si tiene que ver con sus viajes de mediación por Venezuela o quiere hacer olvidar el desastre de su catastrófica gestión de la crisis económica, adelanto electoral y retirada de la primera línea. Lo cierto es que ha madurado. Ya no queda nada de aquel «sosomán» Ahora en los mítines le gusta hacer imitaciones ridiculizando a Feijoo y hacer gracias mientras, sin pudor, se atribuye haber acabado con ETA, hacer más felices a los gays y ejercer de vidente: «No te preocupes Santos (por Cerdán) dentro de cuatro años celebraremos lo que está haciendo Pedro Sánchez por Cataluña y por España».

¿Dónde está la ceja y el talante? La ceja ha trocado en ceño; y la sonrisa, ahora, se parece más a la del Jocker. Pero detrás de estas giras populistas hay algo más que un político que se aburría en casa. Zapatero es ahora un peón de Sánchez en la sombra. Por un lado pisa el escenario para entretener a la parroquia socialista y, por otro, viaja a Suiza, Brasil o Caracas con encomiendas del presidente. Los secesionistas de Junts han reconocido que su mediación fue clave en el trágala de la amnistía. Lo han bautizado como el «Cristu gran». En expresión catalana, «cuando las cosas van mal sacamos al Cristo grande». La mediación es su pasión y su negocio.

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