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Feijóo tiene ante sí una tarea titánica. No se trata solo de superar a Sánchez y desalojarle del poder. O de exorcizar a España de sus demonios interiores que la han poseído en estos últimos cinco años. Ni de recuperar una política económica de libre ... mercado sin la coacción del estado a empresas, clases medias, instituciones de arbitraje, mecanismos de control. Tampoco de rebajar los viajes del Falcon o devolver la fe en los institutos de estadística (INE) y opinión de los españoles (CIS), los altos organismos de la Justicia y el Estado. Que también. Incluso de proponer al país la vuelta a un sistema de grandes partidos en que el PSOE pueda reencontrarse con su identidad perdida y que la política partidista deje paso al protagonismo de una sociedad comunitarista, abierta, tolerante y plural.
Es muy duro contrarrestar el marco mental del progresismo con que se ha blindado el sanchismo y la izquierda, de neochavistas, insumisos, sumares, mareas, secesionistas, porque han logrado revestirse de una supuesta y bienintencionada política por el interés general que avanza mientras el resto retrocede. Esa es una tarea casi imposible.
Difícil en la dialéctica de campaña y difícil en el debate cara a cara del próximo 10 de julio. Pero será mucho más difícil si logra los votos suficientes para ser investido presidente, porque desde el primer minuto del día siguiente la coalición que nos ha estado gobernando desde las instituciones estos cinco años, se pondría en pie de calle para recuperar cuanto antes el mando sobre la sociedad. Si Feijóo llega y resiste, tiene ante si un par de tareas casi inalcanzables. Casi una utopía.
Se trata de romper la España de dos bloque que se han apuntalado a partir de la moción de censura contra Rajoy y el relato de una España honrada frente a una corrupta. Una rica y otra pobre, una buena y otra insolidaria, una democrática y otra facha. Romper esa inercia de bloques será casi impensable. Pero es posible si Feijóo demuestra ser un hombre de Estado. La otra gran tarea, tributaria de la primera, sería resistir el chantaje de las facciones minoritarias a la democracia. Se trata de construir el gobierno de la mayoría teniendo en cuenta las necesidades e interés de los colectivos minoritarios.
Pero sin poner al Estado y sus recursos al servicio de los objetivos de facciones ideológicas, nacionalistas, identitarias doblegando los consensos mayoritarios. Como herramienta fundamental para alcanzar estos logros Feijóo tiene que rescatar a la clase media cuyo papel contra la polarización social es clave en una democracia moderna. Una política fiscal inteligente y medida, el fomento del emprendimiento, la educación libre, el núcleo familiar son herramientas indisponible para lograr acercarse a esta utopía.
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