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Hasta el 7 de octubre de 2023, 15.000 palestinos pasaban diariamente la frontera desde Gaza a Israel para trabajar en empresas, familias, negocios varios y ganarse un jornal. La relación entre el Gobierno de Israel y Hamás, pese al periódico lanzamiento de cohetes desde ... la Franja que mantenía el clima de hostilidad, no era de las peores de los últimos decenios. La Franja estaba prosperando económicamente gracias al clima de estabilidad e intercambio con Israel y Egipto. Desde el punto de vista armado los dirigentes de Hamás sabían también que sus fuerzas eran incomparablemente menos eficaces en número y en capacidad que las hebreas. También conocían por la historia que atacar a Israel a través de su población civil, asesinado indiscriminadamente en los kibutz, violando, quemando y secuestrando, tendría unas consecuencias apocalípticas sobre su población y sus infraestructuras.
En el primer aniversario del salvaje ataque a los asistentes al concierto (Festival Nova) y a los habitantes de los kibutz (Sir Oz, Be'eri, Netivim) que dejó un rastro de maldad con centenares de muertos por tierra, secuestros indiscriminados y la ferocidad de una manada de lobos abalanzándose sobre los corderos todavía no hay una respuesta a la pregunta: ¿para qué? Conociendo la reacción aterradora que tendría el 7 de octubre sobre la Franja de Gaza donde se ocultaban los terroristas entre la población civil y los edificios, escuelas, hospitales, no militares, es propio de un fanatismo demente provocar a un pueblo que, en la práctica, es un ejército siempre alerta rodeado de enemigos.
No es creíble que el motivo de ese suicidio colectivo de los palestinos de Gaza fuese solo, como han señalado muchos analistas, dinamitar los acuerdos de Abraham con Arabia Saudí. Entre otras cosas porque la logística de los túneles es anterior al reconocimiento entre Israel y varios países musulmanes. En este acto hay un órdago histórico a la comunidad internacional. Es un 11-S en Oriente Próximo. Una muestra desesperada de impotencia. Y, al tiempo, un intento de provocar la reacción del Gobierno y el Ejército de Israel tan brutal que pusiera, como está ocurriendo, a una parte del mundo a su favor cuando la causa palestina estaba ya prácticamente olvidada. Precisamente uno de los efectos más llamativos del 7-O ha sido el rebrote y extensión del antisemitismo y el odio a los judíos. La izquierda europea, estadounidense, progre, moderna, democrática, se ha situado detrás de la bandera palestina y contra la estrella de David. En ese plano Hamás ha conseguido lo que quería. Pero, ¿el precio pagado merecía la pena?
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