Del mal y del olvido

Esa es la palabra clave de la violencia incitada por el islamismo radical. Conseguir que a través de personas como Isabel Rodriguez Blanco, que murió asesinada en el restaurante El Descanso con 35 años y cuya consigna existencial era: «vive y deja vivir», toda la sociedad se sintiera atemorizada. O como Domingo Mateos Teixeiras de Peñapardas (Salamanca, camionero, 43 años) asesinado el 16 de mayo de 2003 en la Casa de España de Casablanca por un comando suicida organizado por el Movimiento Salaría Yihadía marroquí.

Ese día cenaba en el patio del restaurante de la Casa de España con unos colegas después de aparcar el Scania y comentaba que a sus 43 años estaba decidido a dejar la carretera para ocuparse más de su familia y sus viñas en San Martín de Unx (Navarra). El libro, rescata una por una las vidas de compatriotas, pacíficos ciudadanos, a años luz del mundo oscuro, fanático, fundamentalista, mezcla de religión, de política, de revolución como dice el gran especialista en islamismo Boualem Samsal. Compatriotas, mujeres, hombres, dependientas, funcionarios, trabajadores, que solo dispusieron de un microsegundo mientras les alcanzaba el fogonazo de la bomba para preguntarse : ¿quien? ¿por qué? ¿para qué?.

Hay quien sostiene que el objetivo final, de esa basta nebulosa del islamismo radical, de ramas de salafistas, sufistas, chiitas; que la máxima aspiración de ese ejército de odio en la sombra es morir por el islam. Y matar. El ejemplo del epítome del mal, del absurdo, de lo irracional, del terrorismo yihadista y del estupor de las víctimas fue el asesinato de Lorena Enebral fisioterapeuta en Afganistán a la que un joven paciente en silla de ruedas a quien se disponía a atender sacó una pistola y le disparó en el pecho. El contraste de ambos es el canto a la vida de cada una de las víctimas, de sus esperanzas, amigos, novios, padres, aficiones. Frente a los ignorantes inoculados por el fanatismo y el mal.