Por circunstancias que no vienen al caso, me contaron una discusión entre dos jóvenes en la que una de ellas mantenía que el verbo denigrar es de uso no recomendable porque tiene una connotación racista. Me dejó boquiabierto semejante ocurrencia. Pensé que quizá era un ... malentendido por su vaga semejanza con el 'nigro' que da base a la nigromancia o magia negra, aunque tampoco por ahí haya racismo; incluso por asociación con 'nigger', este sí un claro término despectivo y racista respecto a los afroamericanos en Estados Unidos. Pues no era eso. La joven consideraba que denigrar era racista hacia las personas de piel negra por la etimología en latín de la palabra: 'denigrare', poner negro, manchar. Que las acepciones que da el diccionario sean deslustrar, en el sentido de ofender la fama de alguien, o directamente injuriar, no le convencía para renunciar a su error ni contemplaba la etimología como una metáfora.
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Las personas tan poco reflexivas solo ven lo literal, sin relacionarlo; tampoco suelen comprender la ironía. Quizá la censora de ofensas inexistentes pensaba en la antigua práctica de los actores blancos que tiznaban su cara con betún para pasar por negros (por ejemplo el 'blackface' de Al Jolson en 'El cantor de jazz' o tantos reyes Baltasar en las cabalgatas hasta hace pocos años), y por ende manchar de negro ya es por extensión racista en vez de un problema de higiene.
Isaiah Berlin considera conveniente el esfuerzo por la ampliación del conocimiento. Afirma que el descubrimiento de la verdad es un valioso bien por sí mismo y el único remedio verdadero para las negativas consecuencias de la ignorancia. De otro modo, se camina por la oscuridad (¿será racista oscuridad?) y los propios actos ignorantes pueden acarrear terribles consecuencias. Sería nefasto que alguien que entiende 'denigrar' de ese modo tuviera un poder decisorio sobre cualquier trabajo relacionado con el pensamiento.
Lo que dice Berlin es exigente para el bajo vuelo de la media. Bastaría para evitar delirios de ese tipo con algo tan elemental (visto lo visto no debe de ser tan básico) como entender lo que significan las acepciones de las palabras en el diccionario. De otro modo, por ignorancia (también por mala fe) se puede caer en la peligrosa manipulación del lenguaje que practicaba el siniestro huevo antropomórfico que aparece en la 'Alicia' de Carroll. El fatuo Humpty-Dumpty (Zanco Panco en la traducción de Jaime de Ojeda) le dice a Alicia que cuando usa una palabra esta quiere decir lo que él quiere que diga, porque lo único que importa en la realidad es saber quién manda.
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