Secciones
Servicios
Destacamos
Hace días que estamos comiendo cerezas de la huerta, a las tempranas les cayó lluvia y se abrieron; están exquisitas. Mi hermano ha puesto a un cerezo un espantapájaros con un buzo nuevo, un balde por cabeza y no les van los tordos a los ... frutos, por ahora. El año pasado les puso a los árboles un muñeco de esos todo de colorines a lo Ágatha Ruiz de la Prada, se lo debieron de tomar como señal de una segunda residencia y no dejaron un solo fruto rojo: ni para simiente. Yo, por mi parte, desde hace más de un lustro continúo colocando al cerezo grande el cartel con la jota del reparto al cincuenta por ciento entre los estorninos y el menda y, oye, pacto entre caballeros.
Por el contrario, la ciudadanía asiste atónita, desesperanzada y entre risotadas a las broncas continuas de los primeros espadas del Congreso, esa especie de psiquiátrico para aforados tan zarzuelero y cañí desde el que pretenden impartirnos cursillos pedagógicos los mismos que nos pedirán el voto con seriedad suma en las próximas elecciones.
Setenta y seis días llevo sin ver a la vitoriana –más que Calisto (con ese) a Melibea– y sin bajar a Logroño, y eso que vivo desde 1948 a dos pasos del caballo de Espartero. A lo largo de estas jornadas he aprendido a hacer ganchillo y le estoy elaborando un gorro a mi amor para el invierno próximo con más estrellas que las lucientes en el cielo de Cameros en una noche clara. Lo que le va a gustar...
A propósito de Cameros, la semana pasada se nos fue Andrés Pascual con ochenta y nueve años, uno de los grande joteros de la Sierra en los siglos XX y XXI. Yo tuve la suerte de oírle cantar un día antes del confinamiento; interpretó en la avenida de Santiago de Viana una jota clásica: «En Teruel hay una fuente/ de donde mana el querer;/ donde van las teruelanas/ por la mañana a beber». Nacido en Torrecilla en Cameros, cuando bajaba a Viana a visitar a sus hermanas, solía juntarse con miembros de la antigua peña vianesa El Rayo, conformada por murguistas, joteros, auroros y cantores de estilos diversos, amén de cantantes torrecillanos agregados a dicha cuadrilla, la última ronda mítica de nuestra ciudad. Me dice la familia que en la víspera de la despedida en el Hospital San Pedro aún cantó la 'Salve a la Virgen de Tómalos' y 'La palomita'. «Adiós, Andrés, buen amigo;/ no levantes tanto el vuelo;/ canta por siempre tus jotas/ por los cielos de Cameros».
Nota. Las piedras de Egipto abruman; las de Grecia iluminan.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.