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En la carta de dimisión de Errejón, entre otras cosas, se lee, y llama mucho la atención, la frase: «No se le puede pedir a ... la gente que vote distinto de como se comporta en su vida cotidiana». Es decir, da por sentado que la forma de votar debiera exigir un determinado comportamiento social, que deduzco encuadrado en la imaginaria superioridad moral de la izquierda, de la que él mismo es un magnífico contraejemplo. Aparte de ser la opinión del exdiputado, que tampoco importa demasiado, la frase pone en el candelero la posible contradicción, ya vieja, entre las ideas y la forma de vida.

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larioja ¿Vivir de acuerdo al voto?