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El título de esta columna no hace referencia a la acepción más común de la palabra «vereda»: camino, sendero, etcétera, sino a otra, ya en ... desuso, que designaba la prestación personal de trabajo para el municipio. Aunque hoy en día pueda parecer increíble, hubo un tiempo, no demasiado lejano, en el que la inmensa mayoría de los españoles no hacíamos declaración de la renta. No existía el impuesto, salvo, quizás, para millonarios y terratenientes, y el Estado se sufragaba a través, fundamentalmente, de impuestos indirectos, aunque no existiese el IVA. Esto implicaba pocos gastos, nada que ver con el actual despilfarro, y los servicios públicos eran escasos. Como ejemplo, las carreteras secundarias no estaban asfaltadas y, de vez en cuando, llegaba un picapedrero, con maza de hierro y gafas, que golpeaba las piedras de aluvión del río hasta convertirlas en cantillos grijosos, que el caminero utilizaba como gravilla para bachear el firme de la olvidada carretera.

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