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No ha causado mucha sorpresa que la señora Andreu haya pedido la dimisión, como portavoz municipal, del último alcalde socialista Hermoso de Mendoza –creo que ... sus palabras fueron «pedirle dar un paso atrás»–. No ha sorprendido porque la que fue presidenta del Gobierno de La Rioja batió todos los récords de altos cargos cesados. Puede leerse en la prensa de entonces cómo cesó a la mayoría de los que ella misma nombró, lo cual no es que sea, en sí mismo, malo ni bueno, depende sobre todo del acierto en los nombramientos. Lo que sí ha resultado sorprendente es el motivo esgrimido para pedirle dar ese paso atrás que supone dejar la portavocía municipal: «su poco peso político». Y aquí surge la pregunta, de no fácil contestación, que se pueden hacer muchos: ¿Qué es tener o no tener peso político?. Alguno puede pensar que el peso político equivale a la formación intelectual, la cual indudablemente no molesta a la hora de hacer política; o haber desarrollado antes tareas políticas importantes; o poseer capacidad de liderazgo y convencimiento; o ser un gran parlamentario, de verbo fácil y convincente; o vaya usted a saber...
Los amigos de juventud, de ambos sexos, tenemos la buena costumbre de juntarnos los sábados a cenar en una bodega del pueblo y hablar de lo humano y lo divino. Como cualquiera puede imaginar, cada uno somos hijo de nuestro padre y nuestra madre, ideológicamente hablando, y conforman el grupo personas que son, o han sido, alcaldes y concejales, o aspirantes a cargos, de diversos partidos, desde Podemos-Sumar hasta el PP. Curiosamente, hay un raro consenso, casi general, sobre la figura política de Hermoso de Mendoza, se esté o no se esté de acuerdo con sus políticas –la reforma urbanística de Logroño fue motivo de controversia–. Se alaba su talante conciliador, sus maneras educadas, su trato cordial con unos y otros. Es una figura que cae bien y parece que no crea enemigos; y hay coincidencia en que no ganó las últimas elecciones por el influjo de los gobiernos de Madrid y de La Rioja, más que por causa municipal. Y yo me pregunto si no irá por esos derroteros lo del «poco peso político». ¿No será, quizá, que en este 'sanchismo' crepuscular no está bien vista la cortesía política, la corrección parlamentaria, etcétera? ¿No será que este 'sanchismo', tan distinto al socialismo de palabra de siempre, prefiere políticos que colaboren a levantar ese muro contra el enemigo del que habló el jefe, y que no tiendan puentes con otros partidos, salvo con los que quieren, o no les importa, dividir España? Creo que, después de los últimos espectáculos del Congreso, la ciudadanía ya está harta de luchas en el barro y agradecería otro tipo de política más colaboracionista y que los partidos sean más constitucionalistas y vertebradores de la sociedad. Creo que no vendrían mal políticos con ese talante. Aunque tengan «poco peso político».
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