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Vivimos en un momento histórico de exaltación de la democracia y me llama mucho la atención. A finales del siglo pasado, tenía su lógica esa ... alabanza desmesurada a la democracia parlamentaria, ya que veníamos de una dictadura y la comparación no podía tener color, pero ahora me resulta llamativo; además, se utiliza la democracia tanto para un roto como para un descosido: para lanzar a la cara de quien no piensa como nosotros el «tú no eres demócrata», para conseguir adhesiones con el «hay que salvar la democracia» y para mil intenciones más… Muchos se arrogan la facultad de dar certificados de demócratas.
Me llama la atención porque la democracia no es consustancial al ser humano, sino que se alcanza por altura de miras, por convicción. El hombre, en sus comienzos terrestres, era de todo menos demócrata, el voto no existía y la razón la daba la fuerza. Esto continuó así hasta hace cuatro días y las decisiones, sobre todo las importantes, jamás se consultaban. La democracia se fue imponiendo en algunos países importantes y acabó arrastrando a otros muchos. Fue tal el prestigio de los países demócratas que, incluso, los dictadores se decían a sí mismos demócratas: 'democracias populares' eran los países comunistas, 'democracia orgánica' era la dictadura franquista...; nadie quería quedarse fuera de la denominación demócrata. Ahora bien, no nos engañemos, en la íntima realidad no hay tanto demócrata. En nuestra vida privada, a veces, intentamos imponer nuestra opinión, aunque no sea mayoritaria, y sacamos nuestra vena dictatorial dando la vuelta, si es necesario, a los razonamientos. Esto, que es el pan nuestro de cada día, tal vez no tenga demasiada importancia, o quizá sí, aunque sea un síntoma, pero es mucho más grave cuando estas actitudes se trasladan a la política. Si todos los políticos fueran realmente demócratas, tomarían las decisiones que quiere la mayoría –esto creo que sólo se hace en Suiza, que tiene referéndums para todo– en vez de, una vez ganadas las elecciones, o perdidas, pero con mayoría por pactos parlamentarios, hacer lo que les conviene, sea o no sea la opinión mayoritaria de los ciudadanos. No voy a poner ejemplos de medidas contrarias a la opinión mayoritaria, los hay a docenas, pero como muestra valga un botón: cada subida de impuestos. ¿creen ustedes que está respaldada por la mayoría de los ciudadanos? En política se prefiere conseguir una mayoría parlamentaria, pactando con el diablo si es necesario, y luego decir que esa mayoría es la decisión del pueblo soberano, lo cual da patente de corso para cualquier decisión, salvo en Suiza, según parece.
Muchos ciudadanos son demócratas, más o menos, y algunos tienen tendencias dictatoriales, las pongan o no en práctica en su vida diaria; lo mismo ocurre con los políticos: la mayoría son demócratas por convicción, alguno no tanto. Suelen ser la inteligencia y la bondad las que llevan a la verdadera democracia, pero alguno no es inteligente, aunque sea listo. Ni es bueno.
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