Jacques Delors, el hombre que no quiso ser presidente
El relanzamiento de la integración europea fue su gran obra, siguiendo los pasos de los 'padres fundadores'
José Luis Gómez Llanos
Sociólogo
Viernes, 5 de enero 2024, 00:25
Secciones
Servicios
Destacamos
José Luis Gómez Llanos
Sociólogo
Viernes, 5 de enero 2024, 00:25
Jacques Delors, fallecido el 27 de diciembre a los 98 años, era un auténtico socialista, sublevado por la injusticia y el deseo de cambiar el curso de las cosas. Pero la historia le recordará como uno de los grandes demócratas cristianos que construyeron Europa. Esa ... era su paradoja. Nombrado en 1985 para dirigir la Comisión de las Comunidades Europeas, este bulímico sindicalista autodidacta encarnó la edad de oro de la Comisión al construir el camino hacia el euro junto a François Mitterrand y Helmut Kohl, además de la construcción de la Unión Monetaria.
El relanzamiento de la integración europea fue su gran obra siguiendo la pasos de los 'padres fundadores' del Tratado de Roma. Cuando acababa de pasar tres años como ministro de Economía y Hacienda en el Gobierno de Pierre Mauroy, en el que había iniciado el «giro de austeridad», Mitterrand se planteó en su día nombrarle primer ministro francés. No eran muchos los que apostaban por el éxito de este hombre discreto en un momento en que la Europa de los Diez estaba sumida en el estancamiento y minada por el europesimismo. Con sus tres principios –«competencia que estimula, cooperación que fortalece y solidaridad que une»– Delors pasó sin embargo una década insuflando nueva vida al Viejo Continente.
En 1986 orquestó la firma por los Estados miembros del Acta Única Europea, que establecía la libre circulación de personas, mercancías, capitales y servicios. «Mi tratado favorito», solía decir. Visionario con una relación especial con el canciller Helmut Kohl, también aceleró la entrada en Europa de los antiguos 'länder' de Alemania Oriental tras la caída del Muro de Berlín, convencido de que la reunificación germana abría un nuevo capítulo para el edificio europeo.
El arquitecto Delors consiguió la puesta en marcha de un plan de solidaridad para las regiones más pobres del continente, creó el programa de estudiantes Erasmus, reformó la Política Agrícola Común (PAC) y lanzó el Programa Europeo de Ayuda a los Más Necesitados. Pero fue en el sindicalismo donde este católico de izquierdas, aficionado al jazz y al deporte, forjó realmente su compromiso. Se afilió a la CFTC (Confederación Francesa de Trabajadores Cristianos) en 1945 y luego a la CFDT. Fue en el sindicato en el Banco de Francia donde Jacques Delors conoció a su esposa Marie (fallecida en junio de 2020). Se casaron en 1950 y su hija Martine Delors, de nombre de casada Aubry, llegó a ser varias veces ministra, primera secretaria del Partido Socialista y actual alcaldesa de Lille. Su hijo Jean-Paul Delors murió de leucemia a los 29 años, justo cuando comenzaba una prometedora carrera como periodista. Fue una tragedia que dejaría una huella indeleble en Jacques Delors.
En enero de 1995 abandonó la Comisión Europea, y muchos en la izquierda francesa le instaron a presentarse a las elecciones presidenciales de aquel año, sobre todo porque iba en cabeza en las encuestas. Sus amigos del Club Témoin, presidido entonces por un tal François Hollande, le presionaron. Pero el 11 de diciembre de 1994 anunció en directo en televisión que renunciaba a su candidatura presidencial. Una decisión que ponía fin a cincuenta años de una rica vida política en la que había sido sucesivamente un sindicalista influyente, un funcionario de alto nivel y un político que siempre rehuyó los juegos políticos.
En marzo de 2020, al comienzo de la pandemia de covid, Jacques Delors salió de su silencio. Volvió a defender incansablemente la Unión Europea, temiendo que la falta de solidaridad entre los Estados miembros la estuviera «poniendo en peligro de muerte».
Todo esto y mucho más se podría decir para exaltar su figura, que muchos estos días dirán y repetirán A mi modo de ver quizás no se haya hecho suficiente hincapié en su aportación al debate sobre la regeneración democrática de nuestras sociedades. No presentarse a la presidencia de un país si no se dispone de una mayoría parlamentaria clara basada en un proyecto compartido, es decir, presentarse por el poder a sabiendas de que no se podrá gobernar con sus postulados, es una idea fuerte que no deberíamos olvidar.
Diez años antes de su muerte declaró a 'Le Monde': «A veces, sí, me arrepiento de no haberme atrevido, quizá me equivoqué». No,, no se equivocó. Las tribulaciones de los gobiernos de Sánchez en España o los de Macron en Francia vienen a ilustrar que no se puede gobernar con sus contrarios impunemente.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Carnero a Puente: «Antes atascaba Valladolid y ahora retrasa trenes y pierde vuelos»
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.