Verdades incómodas

No hay sofá cama bueno. Las abuelas y madres que cocinan entre regular y mal son legión. Las gallinas criadas en libertad no son tan libres. La trufa negra, por lo general, tiene poco sabor. El inglés británico no es ni 'mejor' ni 'más fino' que el norteamericano.

Los cacharros esos de beber (o de untar) de los anuncios no bajan el colesterol. Con los otros cacharros de los otros anuncios (otras horas, otros canales) solo se consiguen músculos apreciables tras sesiones prolongadas, constantes e inasumibles. Es imposible colorear un mandala sin salirse.

Esa prenda o accesorio de otoño-invierno (foulard añejo de jacquard o de cuadro escocés, abrigo monacal de Adolfo Domínguez, Barbour olorosa y desigualmente encerado, loden por supuesto verde, plumas insulso) no nos favorece desde hace ya mucho (nunca nos sentó bien del todo, en realidad).

Desnudados de símbolos, de megáfonos, de grey, bastantes iracundos de estos días son como usted y como yo en la tranquilidad de sus casas (cada uno con nuestros enfados y nuestros miedos). Entre los izquierdistas de cierta edad hay un más que ramalazo patriarcal que ríase usted de Abraham (me ha dado la impresión: ellas sabrán mejor).

La sospecha estaba fundada: aquella vez, ella (él) no estaba ni donde nos dijo ni con quien nos dijo. Los vecinos envidiados en secreto sí que son, para cualquier observador imparcial, más listos, más ricos, más guapos...

Lo de la resurrección de la carne no pinta bien. El aplazamiento de pago de la compra con tarjeta ofrecido a cada ocasión por la app roza la usura. Ya lo advirtió el poeta: envejecer, morir es el único argumento de la obra.

Ella lleva razón prácticamente siempre.

La hipotaxis está sobrevalorada (aquí, por esta vez, la evitamos casi del todo).

Podrá tener algún beneficio y contribuir a la convivencia, pero la futura ley de amnistía es dura de digerir y solo está en marcha por la necesidad de los votos para la investidura. Hay lesiones más graves para la solidaridad y la igualdad entre los españoles con otras causas y orígenes.

Los malabarismos argumentales son parte irrenunciable, parece, de la construcción de la escena pública. Con todo, a pesar de invocaciones solemnes, de anuncios ominosos y de calculadas llamadas a la desobediencia, el próximo gobierno será, sin más, el resultado de las reglas del juego que tenemos.

Hablando de juegos: el mus es el mejor juego de cartas.