Al final es imposible sustraerse y te acabas enterando de la telebasura quieras o no, como cuando sales por Logroño en una de esas mañanas frías y neblinosas y notas por la nariz ese pestazo a podrido, ese hedor ácido e invisible que flota por ... todas partes y del que no se puede escapar. Ahora cuando escribo esto tengo la sensación de estar ensuciando el teclado y la pantalla, y me siento como esos virólogos que andan analizando las aguas fecales para sacar algo en claro.

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Frivolizar y hacer negocio con el maltrato hacia la mujer, siendo una lacra tan presente y cotidiana, no es lo peor del asunto; lo más apestoso es ver a determinados políticos encaramarse a ese vertedero televisivo para clavar en la cima la bandera del partido como una versión patética y bochornosa de los soldados de Iwo Jima. Asistimos a una lección impecable del populismo del siglo XXI, manipulación basada en esa colección gastada de sentimientos a flor de piel, sensiblería piadosa y espectacular que es pura pornografía emocional; al pueblo siempre le ha encantado eso.

Da igual que mañana haya elecciones al gobierno de Madrid o a la alcaldía de Galapagar porque todo el año es carnaval y campaña electoral, y el político comprende que el mitin con banderitas es casi una concesión romántica, un símbolo del pasado como la pegada de carteles a medianoche. Los votos se consiguen en los medios de comunicación, por eso se apresuran a llamar por teléfono para entrar en directo en Sálvame o aplauden como las focas del circo cuando les toca bailar una conga en el plató de El Hormiguero. Cuando Isabel Pantoja se lanzó al mar desde un helicóptero para llegar a la isla de Supervivientes hubo casi cinco millones de españoles aturdidos por el zumbido de las aspas conteniendo la respiración; cinco millones de votos pegados a la pantalla con el corazón en un puño. Es un botín imposible de ignorar para esta clase política nuestra que hoy defiende a una mujer maltratada en la misma cadena en la que nadie dice nada sobre aquella violación en Gran Hermano. Me quedan solo unas líneas y son para mandar un abrazo infinito a todas las mujeres víctimas de violencia, no os merecéis este esperpento.

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