Tribuna

Gaza: la excepción y el 'nomos'

Netanyahu opera con la 'excepción' como decisión soberana que suspende la aplicación del Derecho y con el 'nomos' como fuerza que se legitima a sí misma

Jesús Rodríguez Rubio

Exdiputado del Parlamento de La Rioja (1995-96)

Sábado, 13 de julio 2024, 21:41

Tras los pronunciamientos de la justicia internacional sobre la actuación de Israel en Gaza, quise pensar que al menos servirían para situar en un primer plano la necesidad de analizar el conflicto desde la juridicidad. Y entiendo por tal la exigencia de describir la situación ... de acuerdo con conceptos y categorías jurídicas.

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Superando el esquematismo de la Guerra Fría, concebimos el orden internacional no como la situación fáctica derivada del equilibrio de fuerzas de los bloques, sino como aquel orden que descansa en el cumplimiento de un sistema de normas que incorporan los estándares exigidos por el corpus del moderno Derecho Internacional surgido después de 1945. Para nosotros, en definitiva, el 'orden internacional' remite a la idea de normatividad frente a la fuerza o facticidad.

Al comienzo de la invasión rusa de Ucrania, Dominique de Villepin acertó al señalar que suponía, antes que nada, una manifiesta vulneración del orden internacional así entendido; y añadía que esa consideración debía primar sobre cualquier otra para definir nítidamente la posición de Europa. Él estaba especialmente legitimado para decirlo porque fue el representante de la potencia que con mayor firmeza y coherencia se opuso en nombre de ese orden a la invasión de Irak.

En Ucrania, pues, defendemos frente a Rusia un modelo de juridicidad. Lo que con mayor o menor precisión conceptual identificamos con democracia, Estado de derecho, etc. Decimos sentirnos orgullosos de ello y desde esa misma idea calificamos de terrorista a una organización como Hamas y definimos como barbarie criminal y genocidio los hechos del 7 de octubre.

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De acuerdo; pero, entonces, ¿cómo explicar desde ese mismo modelo la actuación del Estado de Israel que se dice 'uno de los nuestros'? ¿Con qué categorías jurídicas podemos explicar la relación que guarda con el Derecho y el orden internacional un Estado que en tiempos de paz incumple sistemáticamente las resoluciones de la ONU y en estos momentos, frente a los mandatos de la justicia internacional, continúa masacrando a la población civil, acosándola y sometiéndola a bombardeos, hambre y penuria?

A mi juicio, hay dos conceptos jurídicos que pueden explicarlo. El problema es que proceden ambos de la obra de un jurista tenido por nazi: me refiero a las ideas de 'nomos' y 'estado de excepción' de Carl Schmitt. La 'excepción' como decisión soberana que suspende la aplicación del Derecho. El 'nomos' como fuerza que se legitima a sí misma y se hace jurídica al imponer un orden.

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Netanyahu, duele decirlo, opera con este aparato jurídico nazi. Después de favorecer a Hamas para debilitar a la OLP y yugular la solución de los dos Estados, explota la ¡excepción terrorista' para excluir a la totalidad de la población gazatí del derecho y hacerla objeto de la desnuda fuerza con el pretexto de garantizar un orden y la seguridad.

Desde un parecido modelo conceptual al que utilizo, el filósofo italiano Giorgio Aganbem, en su obra 'Homo sacer', plantea que tan importante como recordar las atrocidades cometidas en los campos de concentración resulta analizar su estructura político-jurídica. Él define el campo de concentración como el espacio abierto por la excepción, un locus, una porción del territorio que en virtud de una decisión del poder se sitúa de modo permanente fuera del orden jurídico ordinario.

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Conviene retener esta idea porque, vista desde ella, Gaza no es el escenario de una batalla como pretende Netanyahu, sino que se asemeja peligrosamente a un campo de exterminio que él controla.

Esta condición concentracionaria da respuesta, además, al temor de Lazzarini, el máximo responsable de la UNRWA, que días atrás denunciaba que atacar las instalaciones de la ONU no se podía convertir en la nueva norma. Es preciso entender que para el Gobierno autoritario de Israel la excepción es la que crea la norma.

El pensamiento schmittiano ha invadido de tal modo al líder judío que no ha dudado en afirmar que se halla ante una guerra existencial en la que es preciso negar al enemigo: para que yo como comunidad política pueda ser, el otro debe desaparecer.

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Creo que lo que está ocurriendo en Gaza oculta una dimensión pavorosa que aún no podemos descubrir. A veces tengo la impresión de que vivimos una época parecida a la de entreguerras y que Europa se asemeja demasiado a la República de Weimar un momento antes de la catástrofe. Tal vez por eso vuelvo cada vez más a mis autores judíos preferidos. En esta ocasión al Walter Benjamín de las 'Tesis de la Historia', y en concreto, a su noción del tiempo pleno, el tiempo ahora, frente al tiempo vacío y homogéneo.

Al decir de su mejor comentarista, Stephan Moses, en el tiempo-ahora, la conciencia política del presente salta sobre la historia para encontrar en el pasado el momento en que se reconoce, no para conmemorarlo, sino para darle nueva vida y tratar de realizar hoy lo que faltó ayer.

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¿En qué momento del pasado puede reconocerse la conciencia política del presente, abrumada por Gaza, si no es en Varsovia, Dachau o Auschwitz-Birkenau? ¿De qué modo puede redimirse el dolor de la Shoa si no es evitando que vuelva a producirse en el pueblo palestino?

En ese 'salto de tigre' en la historia en cuya virtud presente y pasado se hacen simultáneos, al decir de Benjamín, surge para el materialista histórico la 'imagen dialéctica'.

Lo perturbador es la inversión de papeles que esa imagen provoca. Netanyahu parece un Himler iracundo y la indiferente parsimonia de Daniel Hagari, su afilado rostro, rememora la crueldad helada de Reinhard Heydrich.

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¡Que el Ángel de la Historia se apiade de nuestras conciencias dormidas ante el crimen!

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