a semana pasada conocíamos el preocupante giro en las negociaciones europeas sobre el Pacto Europeo de Migraciones y Asilo. Según un documento filtrado a los medios de comunicación el pasado miércoles, se propone que todo niño y niña migrante y refugiado mayor de 6 años ... puedan ser detenidos en las fronteras europeas a las que hayan llegado para pedir protección, lo hagan solos o acompañados por sus familias. Que estén detenidos hasta que no haya decisión acerca de su solicitud de asilo. Que en caso de que se rechace esa petición, sigan estando detenidos hasta su deportación. A la vez, se permitirá que los Estados que viven situaciones excepcionales de llegadas migratorias alarguen los plazos de detención previstos inicialmente.
Esto marcaría un empeoramiento de la situación actual, que ya permite que los niños y niñas mayores de 12 años estén sometidos a procedimientos fronterizos, que implica su detención y evaluaciones de asilo apresuradas, y continúe con los planes de tomar las huellas dactilares de esos niños de seis años o más a través de la base de datos biométricos Eurodac. La propuesta original ya incumplía con la definición de niño y niña reconocida internacionalmente, que no permite ninguna discriminación entre las personas menores de 18 años en el disfrute de sus derechos fundamentales y garantías procesales. El presunto delito por el que se encerrarían niños y niñas mayores de 6 años: buscar protección en una región que se enorgullece de exportar los derechos humanos al mundo.
Europa debería ser un refugio, protegiendo y dando la bienvenida a los niños en lugar de detenerlos y deportarlos. Nuestro sistema de asilo debe trabajar para salvaguardar la infancia con un pacto migratorio que garantice, y no amenace, los derechos y la protección de los niños y las niñas. Esto implicaría que no exista la detención ni deportación de niños y niñas, que se aseguren las reunificaciones familiares rápidas y que todas las decisiones migratorias se toman por el interés superior de los niños. Duele especialmente que un acuerdo como este se logre en el marco de la presidencia de nuestro país del Consejo Europeo. España, que el año pasado logró adoptar una de las normativas más punteras en el mundo en materia infancia: la ley de protección a la infancia y la adolescencia frente a la violencia.
Europa debería ser un refugio, dando la bienvenida a los niños en lugar de detenerlos y deportarlos
Si esa propuesta de rebajar la edad mínima de detención migratoria se aprueba, Europa ha roto el pacto. El pacto ético y moral sobre el que ha reunido a las sociedades de los 27 países que la componen hoy en día, muy distintas entre ellas, convenciéndoles de que «muchos pocos hacen mucho». El pacto colectivo sobre el que ha sido edificada y que la ha convertido en un símbolo a nivel mundial de derechos humanos y libertades. El pacto basado en la firme convicción de que las fronteras entorpecen el desarrollo humano y económico de las sociedades, y que la diversidad y la libre circulación son una fortaleza y una oportunidad. El pacto por el que se han ido progresivamente desvaneciendo las diversas formas de discriminación y nos ha alejado del miedo al otro.
Pero hay que recordar que quien rompe, paga. Si la norma sale adelante pagaremos moralmente por esta idea que basta un pasaporte para negar a la infancia su derecho a estar protegida. Pagaremos por la incoherencia a la que abogan las políticas migratorias, que no encuentran encaje legal ninguno en el sistema de derechos humanos construido en los últimos 30 años. Pagaremos por el establecimiento de ciudadanos de primera y de segunda. Y pagaremos a largo plazo el mensaje que se impone en las futuras generaciones de que no somos todos iguales ante a la ley. Europa: no rompas el pacto.
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