Debemos defender una Europa sin complejos. Se celebran elecciones donde lo que realmente tiene valor son los temas clave como la industrialización, la inmigración, la seguridad y la defensa con Putin al lado; la energía, la innovación y digitalización, los chips, los repuestos de los ... coches, la agricultura, la alimentación y otros asuntos que afectan el día a día de los ciudadanos.
Publicidad
La Unión Europea tiene que dar una respuesta clara y eficaz a los desafíos y necesidades de sus habitantes con los principios y valores en la mano, le pese a quien le pese, aunque los populistas utilicen las redes y otros canales para desacreditar todo aquello que no les interesa y a quienes se oponen a sucumbir a sus absurdas banalidades que únicamente persiguen su propio beneficio. Hacen mucho ruido, manosean el término democrático, se apropian de una falsa mayoría social, descalifican a sus adversarios tildándolos de ultraderecha y su objetivo es imponer su única verdad para lograr el poder, aunque sea intentando desacreditar a instituciones judiciales y a medios de comunicación que les molestan y les plantan cara. Por desgracia, sufrimos la cruda realidad de la nefasta experiencia de la gestión política, económica y social de la extrema izquierda en los gobiernos de demasiados países como para someternos a sus imposiciones que nada tienen de democráticas. Más bien antojos y ocurrencias fanáticas. Las elecciones representan una buena oportunidad para fortalecer las bases de la Unión Europea sin complejos.
Un ejemplo claro de la triste y trágica degradación que algunos insisten en imprimir a la política es el análisis de la cobertura de los medios en España sobre estas elecciones y las propuestas trasladadas a los ciudadanos. La situación es tan peculiar e inaceptable que resulta muy complicado abordar los trascendentes temas europeos en un momento crucial por la necesidad de renovar el impulso de Europa y de aterrizar en el mundo real. Los principios y valores europeos, sin pudor ni vergüenza, merecen una defensa clara por encima de acusaciones absurdas de ser fascista o ultraderechista. En definitiva, plantar cara con argumentos y experiencias a los populistas autoritarios que utilizan los mecanismos democráticos para llegar al poder y una vez en el sillón, hacen y deshacen a su antojo.
La gran amenaza para las democracias liberales son los populismos autoritarios y ante la reacción débil de algunos gobiernos para evitar la etiqueta de ultraderecha ha provocado un movimiento real de ultraderecha que representa una lacra para todos.
¡Oferta 136 Aniversario!
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.