Con el final de año y el comienzo del nuevo, el 2025, los medios de comunicación somos muy dados a hacer balance de lo que ha ocurrido y poner el foco en lo que pueda suceder. En muchas ocasiones, esas previsiones se cargan más con ... deseos que con realidades, aunque ahora tenemos muy cerca un acontecimiento que nos va a afectar muy directamente. Ya nos está afectando a nosotros como españoles, como europeos y a todo el mundo. El 20 de enero toma posesión, regresa a la Casa Blanca, Donald Trump. Y no deja indiferente a nadie. Odios, amores, temores, esperanzas, proteccionismo, Estados Unidos y ya está, excentricidades, provocaciones, pero hay que destacar la necesidad de espabilar y mucho para los europeos que necesitamos salir de nuestro espacio de confort, como dicen ahora los modernos. Es decir, despertar del buenismo, la extrema regulación, el ecologismo radical y la crisis de principios y valores para ser conscientes de que Europa tiene que buscarse la vida y afrontar sola y unida los desafíos actuales. Los retos son de gran envergadura comenzando por la seguridad y la defensa frente a Putin, pero siguiendo por la economía, el comercio, el estado del bienestar y la estabilidad frente a China y los extremistas. Y la mejor manera de hacerlo es dentro de unos parámetros claros y evidentes como son la democracia, el estado de derecho, la economía de mercado, los derechos humanos, la solidaridad, la digitalización y el cuidado de la naturaleza, entre los más relevantes que deben incluir también la defensa y cuidado de nuestras raíces, de nuestro modelo social, cultural, religioso y a partir de ahí, con firmeza, pero con dialogo y tolerancia convivir con todos los demás.
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Es necesaria esta reflexión en defensa de las democracias liberales que nos hemos dado después de la Segunda Guerra Mundial, que tanto esfuerzo, sacrificios y vidas nos ha costado, pero con un resultado de progreso, desarrollo y estabilidad más que evidente. El problema grave es que ahora están en peligro por los populismos autoritarios internos y externos. Esa manipulación de la realidad sin escrúpulos, retorciendo las necesidades insatisfechas de demasiadas personas con promesas ilusorias imposibles de cumplir, la intoxicación permanente a través de las redes sociales y de otros canales de comunicación que se prestan a una supuesta modernidad de grupos minoritarios que pretenden imponer sus intereses frente a la gran mayoría. Ocurre en España y en otros muchos países. La defensa de las democracias liberales que realizó Felipe VI en su mensaje de Navidad utiliza un resumen de argumentos claros para advertir de una amenaza muy grave para nuestra sociedad que debe reaccionar.
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