La espera ha resultado tensa y dramática. Los bombardeos han causado daños enormes a Hamás y al resto de palestinos en Gaza, pero no apaciguaban las ansias de respuesta a las brutales acciones terroristas contra civiles israelíes y el secuestro de docenas de personas. Las ... especulaciones sobre la credibilidad del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, crecen por momentos. Esta vez, su supervivencia política corre serio político por sus ambiciones anteriores de pretender una reforma judicial que en la práctica significaba un control caudillista del poder y había dividido a la sociedad israelí. Ahora, es el máximo responsable del sorprendente fallo de inteligencia y seguridad que permitió el golpe fatídico de Hamás y sus colaboradores externos. Pero como hizo en su día George Bush hijo tras los atentados terroristas del 11-S, en lugar de asumir su responsabilidad e irse a su casa o rendir otro tipo de cuentas, se puso al frente de la respuesta al desafío de Al Qaeda.
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El resultado global, militar, político, económico o social en Afganistán e Irak es de sobra conocido y bastante lamentable. Netanyahu ha formado un Gobierno de unidad, pero la oposición pone reparos a los ultraortodoxos radicales. Más bien parece que el todavía primer ministro tendrá que afrontar y asumir su destino. El retraso en la decisión de lanzar la gran operación terrestre, aérea y marítima sobre Gaza contra Hamás ha causado grietas en la relación entre los altos mandos militares y el poder político. Las incursiones temporales con carros de combate pretenden chequear en lo posible las capacidades de Hamás para su defensa y, sobre todo, son un intento de localización y liberación de los rehenes. Una labor que todos asumen muy complicada. Hamás intenta negociar y chantajear con esas vidas.
Este análisis es a corto plazo y a bote pronto, porque en las mesas de análisis de expertos internacionales se abre paso la explicación de que la intervención que viene, nadie acumula tanta fuerza si no la va a utilizar como hizo Putin en Ucrania, tiene más objetivos que liquidar a Hamás. La decisión es acabar con el despliegue de las brigadas Al Quds iraníes que controlan directamente a Hamás en Gaza, a Hizbulá en Líbano, a los hutíes en Yemen, a grupos en Siria y en otros lugares. Estados Unidos ha desplazado a la zona dos portaaviones y sus grupos navales. También Francia y Reino Unidos han movido sus fichas. Incluso Alemania ha enviado equipos de operaciones especiales a Chipre para intervenir en la liberación de rehenes. La respuesta de Israel y sus aliados puede ir mucho más allá de Hamás.
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