África, antifrancesa

La amenaza para la estabilidad y seguridad en el Sahel se traslada a sus países vecinos al sur, pero con especial relevancia al norte. El papel de Argelia como aliada de Rusia significa otro desafío. La acción de China, también. La actitud soberbia y déspota en múltiples ocasiones de los Gobiernos de París desde que concedieron la independencia política a sus colonias africanas ha provocado un hartazgo notable y un caldo de cultivo muy favorable para la actuación sin escrúpulos del presidente ruso, Vladímir Putin, y de su instrumento extraoficial como la milicia de mercenarios Wagner.

El presidente francés, Emmanuel Macron, acusó en noviembre de 2022 a Moscú del auge del sentimiento antifrancés en África ante su pérdida de influencia. Ante las acusaciones de que los franceses explotaban los recursos africanos en su propio beneficio, Macron respondía que se trataba de su proyecto político. El problema es que el fracaso de Francia en estos países arrastra a toda la Unión Europea. Wagner ofrece a los Gobiernos de la región enfrentarse con eficacia y sin miramientos a los grupos terroristas y ha logrado expulsar a las tropas francesas de Malí, por ejemplo.

Los golpistas de Níger han cortado el acuerdo militar con Francia y el envío de uranio. La manipulación de las poblaciones es sencilla porque se trata de promesas de mejora notable de sus pésimas condiciones de vida. En el seno europeo, hay evidencias públicas de la falta de sintonía con la política francesa en África. A ver qué hace Estados Unidos en Níger donde mantiene dos bases militares de gran relevancia para sus operaciones en la región.