Secciones
Servicios
Destacamos
La vida no es un camino recto. Vivir también es llegar a un cruce y decidir. Somos el «ahora», porque vivimos en tiempo presente. El ... pasado es una experiencia; el futuro, una ilusión. Solo al final del viaje podremos hacer balance de nuestro itinerario.
El 3 de marzo me salí de la senda por la que había caminado durante veinticinco años. Ese día fue el último como corresponsal de Diario LA RIOJA en Santo Domingo de la Calzada, a donde llegué tras cubrir una baja de dos meses en la redacción de Logroño. Justo había terminado un contrato por campaña, como peón, en la 'Bodega Interlocal Santiago Apóstol S. Coop', de Alesanco.
Yo, que estudié Periodismo porque me dejé convencer de que Bellas Artes no tenía futuro, recalé un día en Santo Domingo de la Calzada, como corresponsal, cargado de cuadernos, bolígrafos, ilusiones y también de miedos. Tinta, gasté mucha; las ilusiones se cumplieron y los temores se desvanecieron pronto, porque en esta ciudad encontré mucha y muy buena gente.
Han sido 25 años en los que el mundo ha cambiado tanto que no lo conoce ni la madre que lo parió. El trabajo de periodista, también. Aunque algunos no se lo crean y a otros al recordarlo nos parezca casi mentira, hace un cuarto de siglo no teníamos internet ni teléfonos móviles. Y vivíamos...
La vida discurría a otro ritmo, eso sí. Trabajábamos, casi, como 'artesanos' de la noticia. El teléfono fijo era nuestro principal aliado. Las cámaras tenían carretes. Yo, para aprovecharlos (como me pedían), los cortaba en un lugar oscuro de mi casa y los mandaba en el autobús a Logroño. Unas veces llegaban y otras no. Al principio escribía a máquina y enviaba las noticias por fax. No teníamos tanta tecnología ni la comodidad de ahora, pero me gustaba más aquel Periodismo.
Veinticinco años escribiendo noticias conlleva un sinfín de vivencias, de todo tipo. Mi trabajo me ha permitido ser testigo, en primera línea, de muchas cosas y eventos, que a partir de ahora presenciaré desde otra perspectiva, tan personal como mi decisión de marcharme. Esta última ha sido voluntaria, meditada y tomada con agradecimiento hacia la empresa que ha confiado en mí, durante tanto tiempo, para la responsable tarea de contar el día a día de la ciudad y comarca, y ser la voz de quien tuviera algo que decir.
También con pena, pero he considerado importante tomarme un tiempo para mí mismo, para mis propios planes y proyectos. Y, entre ellos, cumplir el deseo de mi madre. «Tienes que escribir un libro», me decía a menudo. A ella siempre le parecía que hacía todo bien, para eso era mi madre. Lo haré, aunque su destino sea un cajón.
Deseo que las últimas líneas con las que epilogo esta etapa periodística sean de recuerdo hacia Javier Márquez Villaverde y de agradecimiento, admiración y homenaje al equipo de bomberos voluntarios que lo encontraron, entre ellos, los calceatenses Javier Murillo y Erik Salgado.
A todos, gracias.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.