España es el país europeo con más hornos crematorios. Incineramos a la mitad de nuestros muertos. Esto alegra a las descendientes, que así tienen menos trabajo este puente. Sí, a ellas, porque la igualdad llegará a sueldos y cargos, pero no será total hasta que ... haya paridad en el arreglo de tumbas. Si van este puente al cementerio, solo verán mujeres refregando lápidas, abrillantando epitafios, colocando flores…

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Nosotros nos lo perdemos porque los cementerios, estos días, están más animados que los bares. Hagan la prueba, caballeros, superen esas supersticiones que aducen para no adecentar tumbas y dense una vuelta por algún cementerio con encanto. Repetirán, seguro (perdón por el humor negro). Ahí está el de San José de Granada, que data de 1805, el segundo más antiguo de España tras el barcelonés de Poblenou (XVIII). Tiene una tumba donde las novias colocan sus ramos de flores antes de casarse para evitar sufrir un accidente antes de su boda. Lo hacen en la creencia de que allí está enterrada una joven que murió el día de su casamiento. La realidad es que la fallecida se llamaba Dolores y, cuando murió, ni era joven ni se iba a casar.

Hay camposantos a los que no hace falta llevar flores. En el de Lugo, el columbario está en un huerto de plantas aromáticas y en el holandés de Westerveld, ya hay un jardín de mil flores que cuenta con sus propias colmenas y la consiguiente miel del cementerio. En Castaño del Robledo (Huelva), envasan un postre muy funerario: castañas en miel. La leyenda dice que por cada castaña que comamos este puente, salvaremos un alma del purgatorio. Comamos, salvemos y después, al cementerio, que los muertos también son cosa de hombres.

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