El PP vuelve a hablar catalán en la intimidad. Era lo lógico. El Partido Popular y Junts son dos partidos condenados a entenderse porque, si eliminas la independencia, hablan el mismo idioma, que no es románico, sino ideológico. Feijóo ha dicho que está aprendiendo catalán. ... Se trata de una manera de hablar, de una metáfora del acercamiento al partido perejil de la política española, fuera con Pujol, sea con Puigdemont.

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Mi mujer y yo formamos una familia ejemplar, el epítome del pacto imprescindible para gobernar España. Podríamos presumir de que el marido, o sea, un servidor, estudiando Filología solo sacó una Matrícula de Honor y fue en Literatura Catalana. Ocultaríamos que me preparé el examen a conciencia no por amor a Cataluña, sino por amor a mi novia: la prueba era a las diez, a las once salía el autobús que me llevaría hasta ella y debía responder a las preguntas en 40 minutos con la maleta al lado. Lo bordé y pillé el bus. También podríamos presumir de que mi mujer aprendió a hablar catalán en Mollerussa, donde mi suegro era jefe de silo. Ocultaríamos que su padre no atendía a los agricultores que le traían trigo si hablaban catalán. O cambiaban al castellano o se llevaban el trigo de vuelta.

Con estas credenciales y ocultando la letra pequeña, somos una familia que podría pactar con Junts hasta una moción de censura. El problema es Puigdemont. Mi mujer escucha a diario podcasts de 'true crime' en catalán, dice que en esa lengua se cuentan mejor las peripecias. Cualquier día sale en uno de esos podcast Puigdemont, que ha dejado de ser un líder político para convertirse en un mito popular. Es un súper héroe mortal: quien se acerca a él, se autodestruye.

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